Buenas a todos estimados comunitarios.

Hace unos días tuve una experiencia desagradable con la bici de montaña, y así lo publiqué en Strava. El Presidente Alonso lo vio y me pidió que lo contara en una crónica, pues a ello voy.

El caso es que desde que en enero me convertí en papá por partida triple, de golpe, y tras el confinamiento, con el cole de las niñas, el trabajo y demás menesteres, tengo más bien poco tiempo para salir con la bici, y me cuesta mucho organizarme para salir en grupo. No es una queja, muchos tenemos hijos, muchos trabajamos y todos tenemos problemas, pero quiero poneros en antecedentes de como sucedieron las cosas.

Como decía, tengo poco tiempo para salir con la bici, y además el poco tiempo que tengo es insuficiente para coordinarme con otras personas, por lo que suelo salir en solitario. Sé que no es la mejor de las ideas, y desde aquí os animo a salir siempre en grupo. Total, que estaba yo el pasado domingo cuatro de octubre en casa y me vi con algo de tiempo y con mono de bici, y en consenso con mi mujer decidí hacer una salida a eso de las 18:00.

El caso es que llevaba tiempo sin salir, y tardé bastante en coger todos los cachivaches: botellines, foco, gps, móvil, la bolsa con herramientas, gafas de sol… creía estar suficientemente preparado, pero ya se había hecho algo tarde. Salí desde el Rincón de Beniscornia hacia la Cresta del Gallo, mi intención era subir por el Sequén, bajar por los Puros, y después, en función de como estuviese de fuerzas, batería en el foco y agua, decidir si ya me volvía para casa o bien subía por la Fuensanta hasta la Cresta para bajar por el Sequén.

Al poco de salir de casa, ya me di cuenta de que las gafas de sol sobraban, y que debía haber cogido unas trasparentes o bien las fotocromáticas, pero que mi cristal negro… era inútil, o incluso molesto, ya oscurecía. Asumí que me iban a llorar los ojos y decidí continuar. Llegué al Valle e inicié la subida al Sequén. No puedo decir que llevase un ritmo espectacular, pues nunca lo he tenido ni estando en forma, como para tenerlo ahora, pero iba muy cómodo. Me sorprendió cruzarme con tan poquita gente como me crucé en la subida, los domingos el Sequén parece la Gran Vía en hora punta, puede que fuese demasiado tarde ya, pero yo estaba en la gloria (y ojo, ese pensamiento es importante).

Llegué a la cima, como vi que la noche se me echaba encima ni me paré, descarté la Senda Quebrada, puesto que en solitario y anocheciendo me parecía rizar el rizo, y empecé a bajar los puros ya con el foco encendido, si bien aún no era noche cerrada, los árboles hacían que no se viese nada.

Y ahí estaba yo, divinamente disfrutando de una bajada «nocturna», pensando que estaba «en la gloria»…. OSTI… PUT..!!! ME CAG…. EN LA PU… !!!!! LA GLORIA,.. LA GLORIA!!!!! De repente recordé que mi hija mayor estaba de cumpleaños el lunes, y que teníamos una tarta encargada en la pastelería LA GLORIA, y que teníamos que recogerla el domingo, puesto que cierran el lunes, eran las 20:30 y yo estaba en bicicleta en mitad del monte, a unos 10 km del Palmar, y mi esposa en casa con las tres niñas, probablemente en las duchas o las cenas…. Marronazo!!!

Me paré y cogí el móvil para avisar a mi mujer, para intentar solucionar la papeleta, y no tenía cobertura, por lo que me subí a la bici con el manillar agarrado a una mano y el móvil en la otra y me lancé cuesta abajo con un ojo en la pista y otro en las rayitas de cobertura. Llevaba ya unos minutos en esta situación, cuando de repente el foco hizo «pluf» y se apagó de golpe, con el consiguiente susto y pérdida de control de la bicicleta. (Por si os interesa saberlo, el foco es un «solar storm», no tenía queja de él hasta ahora…).

Mi cabreo se iba incrementando, quise abrir la app del gps para programar una ruta a casa y que me «cantase la ruta», pero como no tenía cobertura, la app no cargaba. Estaba furioso. Encendí la linterna del móvil y seguí bajando lo que me quedaba de «puros» pilotando con una mano. Cada curva hacía verdaderos esfuerzos por no pasarme con el freno y meterme bien en la trazada, cada bache ponía a prueba la resistencia de mi brazo, solo rezaba por no caer.

Salí a la carretera, las luces de las casas y las propias farolas solucionaron mi problema de visión, pero seguía sin cobertura para avisar a mi mujer, y me preocupaban los coches en sentido contrario, por lo que dejé encendida la linterna del móvil.

Cuando llevaba varios minutos en esta situación, el móvil dio un aviso de whatsapp, TENÍA COBERTURA!!!!, lo miré, quise frentar, y me salí de la calzada, quedando incrustado en unos arbustos del lateral de la carretera sin mayores consecuencias.

Llamé a mi mujer:

-Cariño… teníamos que recoger la tarta.

-Pues yo con las niñas no puedo.

-Pues yo obviamente tampoco.

-Pues muy bien.

-Pues vale.

-Pues de acuerdo.

-Pues adiós.

Creo que sería difícil decir cual de los dos estaba más enfadado, seguía sin una buena cobertura de internet, pero sí lo suficientemente buena para una llamada. Avisé a un amigo que vive en la Alberca, le conté la película, rechacé la opción de que me viniese a buscar (uno que es así de gilipollas), le pedí que se acercase a la pastelería y recogiese mi tarta, ya luego yo iría a su casa a por ella, y así lo hizo.

Solucionada la papeleta, ya no había prisa, me paré a pensar y decidí que con unas bridas, podía intentar sujetar el móvil al manillar, de este modo podría llevar la linterna encendida y yo las dos manos en el manillar.

Crónica agónica al estilo Murphy (si algo puede salir mal, saldrá mal)
Detalle del foco y la brida (desde luego no es una obra de ingeniería)

Volví a la carretera, sin ver una put… mierd… y empecé a coger velocidad, me iba pasando en cada curva (y de hecho a pesar de ir a ciegas hice un par de PR en Strava, en fin) y me quedaba cegado cada vez que me cruzaba con un coche, pero al menos ya iba hacia casa, puesto que la bajada de asfalto desde los Puros no tiene dificultad alguna.

Me sonó el teléfono, era mi amigo, que había llegado a la pastelería, y allí se encontró con mi mujer y mis tres hijas. Que se ofrecía a venir a buscarme. Volví a rechazar el ofrecimiento, en breve llegaría a San José y con eso mis problemas se habrían solucionado.

Volví a rodar, empecé a subir, y a subir, y a subir, y no veía nada, y no tenía la sensación de estar llegando a San José, definitivamente algo no iba bien, se supone que no tenía que subir.

Además, varios coches me pasaron excesivamente cerca, no sabría decir si es que la culpa era mía, pues apenas era visible o de los conductores que me ignoraban, pero me lo estaban haciendo pasar muy mal, había que buscar una solución. Me paré nuevamente, para mi sorpresa el móvil por fin había cogido cobertura, abrí el maps: lo más cercano que tenía era La Tercia!!!! pero como coñ….???? Programé el GPS, que me obligó a cambiar de sentido, había hecho unos 5Km en sentido contrario, empecé a bajar nuevamente con la poca luz que daba el móvil y tras unos veinte minutos de ver solo mi rueda delantera, llegué a San José. Apagué el GPS y dejé la linterna encendida. A partir de ahí solo tuve que rodar media hora más hasta llegar a casa.

Crónica agónica al estilo Murphy (si algo puede salir mal, saldrá mal)
Ahí queda muy claro el lugar donde la cagué, no?

No me pasó nada, pero podría haber sido una situación muy fastidiada, estuve agobiado gran parte del tiempo, lamentando no haber llevado un segundo foco, o una linterna que me hubiese salvado el culo… Si hubiese ido acompañado lo habríamos resuelto mucho antes. Si me hubiera caído las consecuencias podrían haber sido muy graves: Nocturna, en solitario y con prisas… Parece que estaba tentando a la suerte.

P:D: La tarta estaba exquisita.

De vuestro comunitario GsuVD.