Estimados y queridos comunitarios, llegó el domingo y planteamos realizar una ruta de ciclismo de montaña con mucha ascensión y menos kilómetros que la ruta de los Almeces de Ricote. Hoy realizaríamos la ruta de MTB BTT BXM los comunitarios Alonsojpd, Paquito206 y Patricia Carmona. Con el comunitario Paquito206 y la Sierra de la Pila ¡todo puede pasar!. Así que, cualquiera sabe lo que nos esperaba esta mañana.
Hicimos los preparativos habituales para una ruta de unas 5 horas y unos 1.200 metros de desnivel acumulado. Buena cena la noche anterior, buen desayuno, bicicleta con la cadena limpia y engrasada. Los frenos y el resto de la bici bien revisados, todo lo que indicamos en este artículo:
Antes de partir con el coche hacia el Rellano, caían unas gotas de lluvia, lo que nos hizo dudar, y mucho, de hacer la ruta de ciclismo de montaña. Nos faltó muy poco para volver a la cama. Pero hicimos un gran esfuerzo para ir hacia el Rellano y ver si llovía. Al llegar al Rellano comprobamos que ni llovía ni apenas llovió allí, con lo cual continuamos con la preparación de la ruta.
Partimos sobre las 9, desde El Rellano (Molina de Segura, Murcia, España), con la equipación comunitaria de invierno, salvo el comunitario Paquito206 que iba de corto abajo. Desde el principio, con la primera pedalada, empezamos a subir. Esta parte de inicio de la ruta la fuimos improvisando sobre la marcha. En un principio íbamos hacia la Hoya Marzo, pero finalmente continuamos «rectos» para cruzar la Hortichuela, dado que era día de caza y por esta zona hay un coto, por lo que intentamos pasar lo más rápidamente posible para no molestar a nadie.
Pronto cruzamos la Hortichuela, a buen ritmo, algo más elevado del que suelo llevar en los primeros kilómetros de las rutas. Incluso iba quedándome rezagado unos metros por detrás de Paquito206 y Patricia Carmona, que iban charlando tranquilamente, en lo que para ellos era un paseo. Seguimos subiendo hacia el túnel de piedra. El comunitario Paquito206 propuso cruzarlo y nosotros, ni cortos ni perezosos, lo seguimos en su empeño. Pasamos por el túnel, que prácticamente era ciclable en todo su recorrido salvo, quizás, el principio.
Seguimos por esta especie de rambla, por su lecho, buscando el camino. En un tramo no ciclable, el comunitario Maestro Constructor Paquito Edgar paró a arreglar un tramo echando unas piedras para poder pasarlo. Estuvimos un buen rato, viendo cómo el Maestro Constructor analizaba las irregularidades del lecho y las iba disimulando con piedras. Esto ayudará a que se pueda pasar en bici y, también, a que las aguas torrenciales no arrastren más tierra en esta zona, cosa que no es nada buena para la desertificación.
Tras el arreglo lo probamos y certificados la obra dándole el visto bueno. Primero pasamos Paquito206 y yo, viendo que había quedado bastante bien. Luego se animó la comunitaria Patricia, que lo intentó cinco veces y a la quinta consiguió pasar sin poner pie a tierra.
Finalizamos el recorrido del lecho y llegamos al camino, continuamos ascendiendo hacia la senda de Nino Schurter, a la altura de la Garapacha. Los dos comunitarios se me escaparon varios cientos de metros por delante, mientras iba grabando las nubes que cubrían la cima de la Bola de la Pila. Casi de repente, la Bola de la Pila se cubrió por unas nubes blancas, dejando muchas dudas sobre si podríamos subir.
Llegamos al camino y pedaleamos sobre nuestras bicicletas de montaña hacia el cruce del Mojón de las Cuatro Caras. Unos cuantos kilómetros de subida suave, que nos ayudaron a ir cogiendo calor y calentando para esos dos últimos kilómetros a la bola, que conocemos bien y sabemos que son muy exigentes.
En el Mojón de las Cuatro Caras paramos a tomar algo, a hidratarnos y a echarnos unas fotos. Una vez descansados continuamos por el camino que nos llevaría a la cima más alta de la sierra de la Pila, el Pico de la Pila (la Bola de la Pila). Hicimos otros cuantos kilómetros de subida suave hasta llegar al cruce que sube a la bola, de carretera asfaltada. Allí volvimos a parar a almorzar y beber agua.
Mientras almorzábamos llegaron nuestros amigos del Club Ciclista Fortuna Team, a los que saludamos y con los que charlamos un rato. También vimos otros amigos comunitarios que saludamos al pasar. Nos costaba ponernos en marcha para afrontar esos dos últimos kilómetros y algo, porque los conocemos bien y porque se veían unas nubes peligrosas arriba.
Nos decidimos, por fin, a coger el toro por los cuernos. Empezamos a subir esta última parte. El comunitario Paquito206, por primera vez, decidió ir acompañándonos, cosa que le costó porque nuestro ritmo es bastante inferior al suyo.
Afrontamos las duras rampas y estos dos kilómetros con toda la dignidad que nos fue posible. La climatología nos respetó, había niebla pero no lluvia y el frío no se notaba por el esfuerzo de la subida. Llegamos arriba apretando las piernas en las últimas rampas, donde eché de menos un piñón más grande o un plato más pequeño, aunque solo en unos cuantos metros.
Una vez arriba admiramos el paisaje, charlamos con los ciclistas que había por allí y que iban llegando, nos echamos las fotos de rigor, grabamos las vistas para compartirlas con todos vosotros y emprendimos el descenso. El este pico llevábamos unos 19 kilómetros de ruta y unos 1.000 metros de desnivel acumulado subiendo.
En un primer momento íbamos a bajar por el mismo sitio por el que subimos, para dar la ruta por finalizada. Pero el comunitario Paquito206 se reservaba un as en la manga, pretendía hacer la ruta más larga. Cuando descendimos, con la precaución habitual de este descenso, donde la carretera está húmeda y muy inclinada, el comunitario Paquito206 nos dijo de dar la vuelta a la sierra por el otro lado y visitar un sendero que nosotros no conocíamos, el del Barranco de Aldeán. Pensando que sería todo de bajada o llaneo le dijimos que sí, pues habíamos tardado poco en subir e íbamos muy bien de tiempo.
El comunitario Paquito206 nos tomó la palabra. Partimos hacia la derecha al llegar al camino, en busca del sendero de Aldeán. Antes de coger el sendero vimos un madroño y paramos a almorzar con este rico y sabroso fruto silvestre. La cabra Paquito ramoneó en el madroño y cogimos una buena cantidad para avituallarnos de forma natural.
Nos adentramos en él, al principio era de bajada, pero de repente oímos decir al Maestro Constructor «meted todo lo que llevéis», frase que significa: subir al piñón más grande y bajar al plato más peño, lo que quiere decir que venía un buen rampón. Y así fue, el sendero empezaba a subir de forma brusca. Apretamos los dientes, olvidando su frase de «sí, es todo bajada» y empezamos a subir. Al rato bajó la pendiente y pudimos descansar un poco, pero pronto volvió a inclinarse hasta llegar al Albergue de Turra.
Cogimos el camino, tras superar esta sorpresa, hasta Puerto Frío. Allí tomamos la carretera a la derecha para ir al refugio de Puerto Frío. Paramos a admirar las vistas, a tomar el sol, a grabar un directo para el Instagram de la Comunidad, echarnos unas fotos, unas risas y a comprobar el estado del refugio. Estaba reparado, aunque el techo, según Paquito206, solo servía para proteger un poco del frío, pero no de las lluvias. Aún así, estaba limpio y bien reparado.
Tomamos la carretera para ir bajando pero no acabaron aquí las sorpresas. El Maestro Constructor levantó la mano, señalando a la izquierda, para bajar por un camino nuevo para todos nosotros. Allí nos encontramos con una balsa, que era llenada por un chorro de agua natural procedente de la sierra. Seguimos bajando y el camino pasó a sendero. Tuvimos que parar en una zona que no era ciclable, donde Paquito206 cayó de lado, casi a cámara lenta. Vio una zanja justo delante y prefirió volcar voluntariamente hacia un lado antes que hacer un félix.
El nuevo sendero, que cruzaba por una alameda, era muy bonito y casi todo ciclable. Acababa volviendo a la carretera de Puerto Frío. Hicimos unos pocos metros de carretera y, otra vez, levantó la mano, esta vez moviéndola hacia la derecha, para coger otra senda, llamada la Senda del Sapo, que decía que llegaba hasta la Garapacha sin tocar carretera. Nos adentramos, con esa incertidumbre de si tendría más subidas, porque empezábamos a estar cansados, con más de 30 kilómetros y 1.100 metros de desnivel acumulado. El sendero era también muy bonito, discurría por las faldas de la zona de solana de la sierra de la Pila. Pasaba de sendero a camino y viceversa, hasta llegar a la Garapacha, tal y como prometió Paquito Edgar.
Pero las sorpresas no acabaron, giró a la derecha en una carretera vieja que subía y, en lugar de atravesar la Garapacha por su carretera principal, fuimos subiendo hasta el lavadero. Paramos de nuevo a echarnos unas fotos y continuamos, todavía con algún pequeño repecho, cruzando la Garapacha.
Salimos hacia el camino que sube al Mojón de las Cuatro Caras y tomamos un sendero, el de los Baladres, para iniciar le camino de descenso hacia la Hortichuela y El Rellano. Llegamos al final de nuestra ruta con 42 kilómetros y 1.200 metros de desnivel acumulado, realizada en unas cinco horas.
Estupenda mañana que aventura, risas, diversión y sudor, que culminó con un riquísimo arroz con verduras preparado por mi madre y unos dulces navideños: almendrados y mantecados.
No se le pudo pedir más a una mañana que llevamos a cabo por los pelos, si caen dos gotas más de agua nos hubiéramos quedado en la cama durmiendo. La ruta fue dura, con mucha subida, pero pasamos por zonas desconocidas y resultaron ser muy bonitas.
De vuestro comunitario presidente Alonso.
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