Buenos días estimados comunitarios, llegó la época de vacaciones, de desconexión de las actividades laborales ¿existe manera mejor que cargar las bicicletas en el coche y partir hacia cualquier lugar, sin destino prefijado? Pues os contaré nuestra experiencia realizando un viaje «a la aventura», un viaje de improvisación, sin reservas de ningún tipo y sin saber, incluso, a dónde ir exactamente. Los únicos requisitos son: muchas ganas, espíritu aventurero y un poco de valentía y decisión para algunas situaciones puntuales que puedan producirse.

Preparación previa al viaje improvisado

En este caso partimos dos comunitarios: Alonsojpd y Patricia Carmona y llevamos lo siguiente:

  • Un coche con enganche de remolque, a ser posible que consuma poco combustible pues nos esperarían casi 3.000 kilómetros de coche.
  • Una tienda de campaña. En nuestro caso una muy simple y pequeña, de 2 kg de peso y para dos personas (justicas).
  • Dos sacos de dormir por si hiciera frío o fuera necesario.
  • Dos colchones inflables y dos cabeceras. Usamos unos colchones que se recogen y quedan como un saco de dormir. Son relativamente finos y fáciles de inflar con la boca, sin utensilio inflador.
  • Dos sillas plegables.
  • Portabicicletas de bola de remolque.
  • Candados de seguridad alta (8/10) para las bicicletas.
  • Dos bicicletas.
  • Equipación comunitaria de ciclismo y running para las rutas en bicicleta y a pie: guantes, casco, gafas, maillot, culote, calcetines, zapatillas (para MTB y para running o senderismo) y camiseta técnica (para running y senderismo).
  • Herramientas y elementos básicos para la bicicleta, por si hay alguna avería solucionable: inflador, destornilladores, llaves varias, alicantes, aceite lubricante, tronchacadenas, eslabones rápidos, cámaras de repuesto, parches, llave de radios, bridas …

La ventaja de llevar las bicicletas en el portabicis es que nos queda espacio en el coche para llevar todo lo necesario para el viaje. El inconveniente principal de llevarlas fuera es cuando tenemos que dejar el coche en algún sitio y nos tenemos que alejar. En este caso no queda más remedio que asegurarlas bien con los candados y rezar para que no las roben. Como siempre todo tiene sus ventajas e inconvenientes.

Inicio del viaje hacia el sur de España lo más cercano a Portugal

Continuando con el viaje, partimos temprano para aprovechar las horas de fresco. Decidimos prácticamente en el momento de salir tomar rumbo al sur de España y llegar hasta Portugal. Buscamos en el Google Maps del móvil algún lugar del sur de Portugal e iniciamos la aventura. Como veis no hicimos ningún tipo de reserva de alojamiento ni nada parecido, dado que el destino era totalmente incierto.

Hicimos un par de horas de coche y paramos a almorzar, siempre con la idea de que la conducción no se hiciera muy pesada y lo mejor para esto es parar habitualmente a estirar piernas y descansar. Fuimos haciendo paradas cada hora y media o dos a lo sumo, desayunando, almorzando, comiendo y merendando.

Por la tarde empezamos la búsqueda de algún sitio antes de llegar a Portugal, para dormir en España. A la mañana siguiente nos acercaríamos a una playa del Algarve portugués, famosa por las formas caprichosas que el mar ha tallado en los acantilados. Encontramos un camping cerca de la frontera, fue sencillo, en Google pusimos «camping Lepe» y apareció el Camping Antilla, se veía grande y cerca de la playa. Vimos que Lepe estaba muy cerca de la frontera con Portugal así que nos acercamos a ese camping.

Dado que nuestra idea era acampar con la tienda de campaña y normalmente siempre hay parcelas disponibles ni llamamos ni reservamos, directamente fuimos al camping a preguntar. Nos atendieron muy amablemente y, efectivamente, había parcelas libres. Nos asignaron una con la opción de dejar el coche dentro (en la parcela junto a la tienda de campaña). El precio aproximado para una noche, dos personas, una tienda de campaña y un coche fue de 22 euros.

El camping era bastante grande, tenía muchas caravanas, autocaravanas, bungalós y parcelas. Con bastante sombra y las parcelas llanas y sin piedras, casi con algo de césped. Había bastante ocupación, apenas se veían parcelas libres. Y había también todo tipo de campistas: en tienda de campaña grande, en pequeña, en furgonetas adaptadas para viajar, en autocaravanas enormes y pequeñas, en caravanas que parecía que estaban allí toda la vida, en caravanas que llevaban pocos días, de todo. Tenía todos los servicios de un camping: pequeño supermercado, piscina, lavabos con aseos y duchas, zona para lavar la ropa, enchufe de luz (nosotros optamos por una parcela sin luz) y agua y zona de actividades para niños.

La primera vez que montamos una tienda de campaña y que dormimos en ella

Aparcamos el coche en la parcela y bajamos la tienda de campaña para montarla por primera vez. Sacamos las cosas de la bolsa de la tienda: unos palos de plástico flexibles y doblados, una tela blanca con cremallera que sería la parte de dentro de la tienda, una tela más rígida también con cremallera que sería la parte externa de la tienda, unos ganchos de hierro y cuerdas. Elementos simples.

Nos costó poco montarla, cometimos algún pequeño error pero no fue difícil, sin instrucciones:

  1. En primer lugar se tira al suelo y se estira la parte blanca de la tienda, la tela que será el interior, con la lona rígida hacia el suelo.
  2. Se abren los palos uniendo cada doblez y se colocan de una anilla a otra de la tela. Son dos palos y van cruzados, en diagonal.
  3. Se cuelga la tela del interior en sus anillas a los palos y ya queda la tienda con su forma.
  4. Se pone la cubierta externa (la verdde) sobre los palos y se sujeta.
  5. Se clavan los hierros para poner los tirantes de cuerda que mantienen bien sujeta la parte exterior de la tienda.

Y poco más, en el vídeo podréis ver cómo se monta mejor explicado que con palabras. La verdad es que costó mucho menos de lo que esperábamos. La segunda vez que la montamos no tardamos ni 4 minutos.

Tras montar la tienda quedaba inflar los colchones y las cabeceras, cosa que tampoco costó mucho. Con la casa lista fuimos a dar un paseo por la zona y espera a la noche. Cometimos el error de acostarnos temprano, hay que tener en cuenta que estamos en España y somos ruidosos, hablamos chillando y hacemos ruido en todo, por lo que a las diez y media de la noche no se podía dormir. Hay que tener en cuenta también que una tienda de campaña no aísla de los ruidos exteriores en absoluto.

Me costó un poco acostumbrarme al colchón de aire, pero me pareció relativamente cómodo. En la madrugada hizo algo de calor por lo que tuvimos que abrir un poco la puerta, con el peligro de que entrara algún mosquito. Este es un problema de las tiendas de campaña pequeñas, si hace calor puedes casi asarte dentro, dado que no tienen altura. Pero al final pudimos dormir. Para ser la primera vez estaba contento.

Continuación del viaje hacia Portugal, hacia el Algarve

Seguimos con la aventura a la mañana siguiente. Recogimos la casa y salimos del camping para dirigirnos a tierras portuguesas, con la intención de visitar alguna de las playas de la zona del Algarve portugués, que todos decían que eran muy bonitas y las había con peculiares formaciones geológicas.

Encontramos una de esas playas gracias a Google Maps, no fue difícil, es bastante famosa. Había bastante gente y costó un poco aparcar. Hacía calor y el sol apretaba bien. Decidimos dar un paseo para verla de cerca.

Como casi siempre, acabamos diciendo «vamos un poco más a ver qué se ve…» y así fue como bajamos a la playa, la recorrimos entera por una parte. Luego subimos nuevamente y fuimos andando hacia la otra. Mereció la pena el solanero que nos dio, un lugar muy bonito para visitar, donde hay alguna ruta senderista marcada. Efectivamente la playa era como la definían, con unos acantilados magníficos y algunas rocas en medio del mar con formas curiosas.

Hicimos varios kilómetros recorriendo la playa y los acantilados. No llegamos a bañarnos, no íbamos preparados para ello. Además, el agua estaba bastante fresca. Vimos que había varias rutas senderistas para realizar. Las dejamos para otra ocasión, no llevábamos agua, ni gorra, ni mochila, ni comida y andábamos con chanclas.

Segunda noche en camping en Portugal

Tras la caminata regresamos al coche para seguir con la expedición y adentrarnos más en Portugal. Paramos a comer en un bar antes de llegar al segundo camping del viaje. La comida fue excelente, típica portuguesa, bacalao desmigado con huevo, y nos atendieron muy bien. Con el estómago lleno llegamos al camping, hicimos cola y por señas y medio entendiendo el idioma (que si hablan despacio es parecido al español), preguntamos por una parcela, nos dijeron que por supuesto, que era un camping «libre», no había parcelas definidas, te colocaban una pulsera en la muñeca, entrabas con el coche y elegías el sitio que más te gustara del camping.

Dejamos el coche en una parcela entre eucaliptos, el árbol predominante del camping y el que proporcionaba la sombra. Montamos la tienda de campaña, que esta vez nos costó bastante menos y descargamos las bicicletas para hacer una ruta de ciclismo de montaña por la zona.

Nos dirigimos hacia la playa con las bicicletas y al castillo de Aljezur. Hicimos unos 25 kilómetros de ruta por esta parte del Algarve portugués. La playa nos sorprendió mucho, había muchísima gente pero haciendo surf. Por lo que se veía hay muchísimas olas, lo cual es propicio para la práctica de este deporte. También tenía una especie de neblina que se adentraba desde el mar hacia el interior, algo que no estamos acostumbrados a ver por nuestras playas.

Fuimos por carretera secundaria a la aventura, buscando otros lugares y sin saberlo subimos al Castillo de Aljezur, o más bien los restos de lo que fuera el castillo. Desde allí bajamos al pueblo e hicimos la ruta de vuelta al camping, por la carretera por la que fuimos con el coche.

Nos duchamos en el camping y tengo que destacar las estupendas instalaciones que había. Las duchas estaban limpias y eran amplias y con una zona para dejar las cosas, separada de la de la ducha. Hoy la cena sería rápida y barata, fuimos a comprar pan de sándwich y algo de jamón cocido al supermercado del camping y con eso cenamos. Tuvimos que cenar en el coche porque al caer la noche empezó a hacer algo de frío y la tienda es muy pequeña y solo sirve para dormir.

Esperamos un poco a que se hiciera más tarde, para no cometer el error del día anterior. Y, además, nos preparamos con lo que llevábamos porque la noche iba a ser fría: calcetines, chandal, sudadera dentro de la tienda, saco de dormir, por si las moscas.

Y así fue, en la madrugada hizo frío pero era soportable, incluso cayeron unas gotas de lluvia, cosa que me asustó un poco al principio al no estar acostumbrado. Caían en la tela exterior y se oían como si estuvieran cayendo el la oreja. Pero me encantó, es la forma de estar en mayor contacto con la naturaleza.

Al levantarnos vimos una niebla que cubría todo el camping, un espectáculo precioso. Recogimos la tienda un poco mojada y nos preparamos para partir hacia otro nuevo día de aventuras por tierras portuguesas.

Viaje hacia Lisboa

Partimos rumbo a Lisboa, con la intención de visitar la capital de Portugal. Aún nos quedaban más de 200 km de viaje por lo que nos lo tomamos con tranquilidad. En unas tres o cuatro horas llegamos a la capital. Un poco antes buscamos dónde alojarnos. En este caso no sería en camping dado que queríamos estar en el centro para visitar los lugares más emblemáticos usando el metro. Encontramos un alojamiento bastante barato, que nos extrañó desde el principio porque era a la mitad de precio que el resto de sitios. Pero tras dormir en tienda de campaña pensamos que cualquier hostal o parecido nos serviría.

Aparamos en las inmediaciones del alojamiento que habíamos reservado, nos costó un poco al estar en una calle estrecha y empinada. Fuimos a hacer el check-in y ¡sorpresa! En la entrada no había carteles de hotel ni hostal ni pensión. Arriba vimos unas letras escritas a mano que ponía «Alojamiento» o algo así en portugués. La puerta era de las viejas y tenía un par de timbres. En uno había con bolígrafo un NO en mayúsculas, así que tocamos el otro…

Viaje hacia Oporto

Viaje hacia Salamanca