Hola amigos de Comunidad Biker, soy el comunitario Alino, ahora conocido también como Alino Pies Anchos, os voy a contar y relatar aquí algo curioso y a la vez extraño ¿por qué correr descalzo? A día de hoy, como sabéis, corro descalzo cuando el tiempo y la vida me lo permiten. Si alguien me pregunta el por qué os responderé a lo gallego ¿y por qué no hacerlo? Sencillamente ahora corro así porque me gusta y porque disfruto, más incluso que con zapatillas.

Lo primero que quiero decir es que no defiendo correr descalzo ante nadie ni pretendo que nadie corra descalzo. Yo solo os voy a contar una historia, mi historia.

La cuestión no es el por qué, sino el para qué. Llegué a conocer el correrdescalzo, descalcismo o barefoot como muchos otros: las lesiones me llevaron a ello. No podía correr con normalidad con zapatillas, rápido nunca he corrido, eso es ya otro asunto. Sin embargo mi historia es algo diferente a las historias que he leído. Os acercaré a saber dónde se diferencia en estas palabras.

Como llegué a ser Alino pies anchos I

Desde los 21 años que descubrí el correr, ahora llamado Runnig por las modernidades, lo he hecho de manera irregular regularmente. Por descubrir me refiero a cuando sentí, y recalco aquí el verbo sentir, por primera vez lo que el correr te puede ofrecer, ese bienestar que al cuerpo proporciona y que es a la vez separación y unión con el mundo. Yo tengo ese instante grabado en mi subconsciente. Correr, por lo general, se odia o se ama. De manera irregular regularmente quiere decir que no he dejado de correr ningún año aunque unos he podido más que otros.

De joven corría por puro placer, sin competir, y bastante. Además de juventud y fuerza tenía mucho tiempo y poco trabajo y lo alternaba o complementaba con otros deportes. Nunca tuve problemas físicos y por eso que hice verdaderas cafradas que no vienen a cuento contar aquí. Hasta que durante una temporada, relativamente larga y por circunstancias de la vida, estuve sin correr ni casi hacer deporte deporte alguno.

¡Ay, ay, ay amigo! Que los años habían pasado y ya no era lo mismo. Al intentar retomar las cosas donde las dejé me di cuenta que me dolían las rodillas más de lo normal. Eso me obligaba a parar un tiempo hasta recuperarme, volvía a intentar hacer kilómetros y nuevamente tenía molestias que de nuevo me dejaban parado en dique seco, era un círculo que me impedía hacer kilometrajes dignos de quien yo había sido. Conseguí recuperar algo de constancia en mi forma física mezclando carrera con natación y bici. Cogía tono pero en cuanto dejaba un poco ya volvían los problemas.

Llegó un momento en mi existencia en que no podía salir a correr más de 12 km sin tener que parar varios días tras la carrera, teniendo dolores por todos sitios, en las rodillas sobre todo, aunque los de cadera tampoco eran desdeñables. Y hablo de salir a correr tranquilo, por caminos y sin excederme en velocidad. Algo me pasaba que no iba bien. Podría haber renunciado a correr y todo solucionado. Pero no, eso no era lo que quería. Quería poder hacer lo que más me gusta sin tener que padecer por ello después.

Entonces diréis que corro descalzo para no tener lesiones o que sirve para no tener lesiones. Pues sí y no. En realidad es como ese chiste absurdo que dice que el pan no engorda, el que engorda eres tú.

Correr con zapatillas no lesiona, el que lesiona eres tú. Igual que correr descalzo no arregla nada que tú no te propongas arreglar. Correr descalzo no es fácil ni simple. Es un cambio total que necesita que el cerebro y el cuerpo se adapten, y para ello es necesario tiempo.

Tampoco voy a atacar a las zapatillas ni decir que sean lesivas o que las marcas nos engañan y nos sacan el dinero con mentiras y ardiles varios. Os cuento que acabo de comprarme unas zapatillas minimalistas por 100 euros para correr por montaña, las veo caras y creo que no deberían valer ni la mitad pero acepto eso. Esa es la clave, lo que aceptamos y lo que no.

Comunitario Alino en Camino del Acerolo corriendo descalzo por Comunidad Biker MTB

El origen del problema es que correr no es calzarse unas zapatillas, sean baratas o mega caras, y echarse a hacer kilómetros lo más rápido posible. Ese es en realidad el origen del mal. El running mata de éxito a muchos corredores y corredoras. Os diré el por qué; esa aparente sencillez oculta una gran complejidad. La biomecánica de la carrera es muy importante, y es ahí que las marcas de moda han convencido al consumidor medio que con unas zapatillas en los pies te olvidas de todo, y cuanto más complejas y tecnológicas sean mejor protegido y seguro irás. Nos han vendido la idea de que te puedes olvidar de tener problemas con unas buenas zapatillas, te puedes olvidar de fortalecer, de flexibilizar y de aprender técnica de carrera, solo necesitas un elemento técnico que sustituya tus conocimientos y esfuerzos. Error, error y error.

Resulta que mucha gente se calza el último modelo de zapatillas de la marca que sea, con extra de amortiguación, con control de pronación extremo y superbonitas. Y se ponen a correr como desesperados, hacen kilómetros y kilómetros y cada vez más rápido y mejor. Y cuando mejor están, zas, salta la alarma y hay dolores y molestias.

Un dicho oriental dice:

Una gran ventaja suele ocultar un gran inconveniente y un inconveniente alguna ventaja.

La ventajas de las zapatillas es que te protegen el pie, pero su inconveniente es que te lo atontan, te lo hacen insensible y débil, a la vez que te desconectan de las sensaciones del suelo y el cuerpo. Es decir, unas zapatillas te van a permitir correr a ritmos más fuertes de lo que tu cuerpo puede aguantar. Una vez, dos, diez o muchas hasta que un día esa desconexión entre lo que podemos hacer y lo que hacemos hace que nos lesionemos, unas veces el cuerpo avisa antes con dolores y molestias y otras directamente con fuertes lesiones, cada caso es un mundo. Corriendo descalzo también te puedes lesionar, por supuesto, y te puedes sobrepasar, pero es diferente, vas más limitado, conoces mejor las sensaciones y algo muy importante, correr descalzo te obliga a correr con mejor técnica. Simplemente por eso, se reducen las lesiones. Eso es, al menos, la opinión a la que me ha llevado mi experiencia.

Es todo cuestión de fuerzas, pura física, unas zapatillas amortiguadas corrigen una mala técnica, amortiguan y disipan las grandes fuerzas de impacto que se producen en el cuerpo al correr, todo va bien hasta que dejan de hacerlo por desgaste o bien porque aumentamos velocidades o tiempos, con ello ampliamos zancada y martilleamos nuestras articulaciones con mayores fuerzas o durante más tiempo o ambas cosas a la vez. Queremos hacer una carrera de 5 km, luego 10 km, luego mediamaratón, luego la maratón y queremos bajar de tal tiempo y luego menos aún, todo bien y nuestras zapatillas nos ayudan pero, si sobrepasamos, al final se paga, es decir, el cuerpo nos hace ver que nos estamos pasando. Y en esa comunicación cuerpo mente, las zapatillas interfieren, así que a veces el cuerpo ha de avisar con tanta fuerza, para que pares y sepas que te estás sobrepasando, que hace que te “rompas”. Corriendo descalzo es más fácil darse cuenta de que el cuerpo te está avisando.

Pondré un ejemplo sencillo, visual y personal sobre el asunto del que os hablaba arriba: entre salir hoy a entrenar y correr 15 km descalzo o hacerlos con zapatillas a un mismo ritmo puede ocasionar un mismo grado de cansancio. Sin embargo, si hice esos 15 km descalzo, mañana cuando quiera volver a salir para volver a entrenar, en función de como fue el ritmo llevado la planta del pie suele quedar sensibilizada en mayor o menor grado, por lo que hay veces que sabes que has de descansar, o dar descanso a esos pies, dos o tres días o hasta que “sientas” que estás en disposición de volver a correr. Tal vez te encuentres con energía y fuerzas y sustituyas por otro tipo de actividad deportiva tu entreno o simplemente descanses. Es muy posible que si corriste con zapatillas esa lectura no la tengas y salgas de nuevo a correr con una posible, o no, todo es relativo, sobrecarga sobre el sistema locomotor.

Al final, el descanso recuperador es tan necesario como el propio entrenamiento, y si tienes los pies sensibilizados porque de tanto golpeteo con el suelo quedaron débiles y necesitan regenerarse, ellos te obligarán a ir más suave al día siguiente o simplemente a no ir. Las zapatillas son un tampón de ese cansancio, que puede serte beneficioso o más bien perjudicial, aplicando la definición de tampón de química, una solución reguladora y amortiguadora.

No digo que el descalcismo sea mejor ni peor que el running tradicional, simplemente es otra cosa. Lo que sí digo es que es siempre importante escuchar al cuerpo y seguir un proceso pausado y lento de ejercicio y descanso. Por poner un ejemplo, por algún libro leí que no se han de hacer series de velocidad hasta que se llevan entre ocho y doce semanas de preparación del fondo, y estoy hablando de una recomendación para gente que entrena para competir y que retoma los entrenos tras el periodo postcompetición, no para el corredor popular. Esto es todo un mundo del que podría hablar, o escribir en este caso, durante mucho tiempo pero como no es el objetivo de esta disertación lo dejaré para otro día o ruta ciclista y resumiré la clave para no lesionarse con o sin zapatillas: no sobrepasarse entrenando y dejar tiempos de descanso. No hay que ir ni demasiado lejos ni demasiado rápido demasiado pronto, regla de oro que vale para carrera a pie o para ciclismo…

En el siguiente enlace os dejo un interesante documental sobre lo que antes os hablaba:

Como llegué a ser Alino pies anchos II

Retomo mi historia en el punto en el que estaba lesionado continuamente, o más mejor dicho, en que me lesionaba continuamente. Decidí que quería solucionar el problema de alguna manera o al menos intentarlo. En aquellos tiempos nada sabía yo de correr descalzo salvo por la playa y no mucho tiempo. Estoy hablando de finales del año del Señor de 2012. En aquellos días hacía rutas de entre cinco y seis horas de bici de montaña sin problema alguno, pero me ponía y corría 12 km y me salían dolores por todas las zonas de las rodillas.

A finales de 2012 era yo aún joven y esbelto, estaba en forma, venía de hacer el circuito de duatlonCros de Alicante, iba como un rayo. Sin embargo, las carreras largas no podía hacerlas sin dolores varios. Tras asesorarme con nuestro fisio de confianza Alberto, mi Mdc me cogió cita en el mejor podólogo de Murcia, para hacerme un estudio de la pisada y ver si unas plantillas solucionarían mi problema.

Efectivamente, el día 28 de noviembre de 2012, me hicieron un completo estudio de pisada y fueron forjadas, exclusivamente para mí, unas flamantes plantillas ultratecnológicas para completar y perfeccionar el defectuoso cuerpo con que la naturaleza me agració. Resulta que tengo una pierna un poco más larga que la otra, pero no sabían decirme si era por un problema estructural o bien postural, es decir, parecía que tenía una pierna más larga que la otra por estructura osea pero también podía ser que fuese por un desequilibrio muscular. El estudio fue muy completo y ese día aprendí bastante sobre pies. Se despertó una curiosidad por saber en mí. Me cambió la forma de ver o mirar el mundo, al menos el mundo del running.

Total, me hicieron las plantillas absolutamente personalizadas y a medida las cuales debía llevar todos los días, para andar y correr. Plantillas que me harían daño un tiempo pero luego me acostumbraría y no notaría, como así fue. De momento serían esas plantillas pero me decían que tenía que hacerme una radiografía de cintura para abajo para ver si mis piernas tenían dismetría, es decir, si eran iguales o diferentes en cuanto a longitud, y en función de eso hacer otras plantillas. Ah, y cada año debía de pasar por consulta para renovar plantillas y ver cómo andaba, nunca mejor dicho. En resumen, 200 euros entre consulta y plantillas, cosa que no me importaba pagar si funcionaba, más las nuevas plantillas si la radiografía decía algo que no se veía de momento, más pasar todos los años por consulta y cambiar plantillas cada año o algo más si no estaban muy deterioradas.

Fue en ese punto en el que me puse a pensar y acudieron a mi memoria las últimas zapatillas que me había comprado, cuando me dijo el dependiente experto de la tienda que había que comprarse unas cada seis meses, aunque mejor incluso cada cinco meses, que los sistemas de amortiguación se viciaban y no sé qué más palabras técnicas me regaló para hacerme comprender ese hecho. No hay cosa que más odie yo que la dependencia, de lo que sea, por lo que sea, de quién sea; huelo esa posibilidad y me salta alguna alarma por el subconsciente, no puedo evitarlo. Y es entonces en ese estado cuando me da por huir o por batallar. Y así comenzó mi batalla o cruzada absurda, una lucha quijotesca contra las multinacionales de la zapatilla de running, o más bien, simplemente por demostrarme a mí mismo que no era necesario entrar en su juego, que si quiero entrar entro, pero algo me decía que nos estaban vendiendo una mentira que nos hace dependientes, y que encima no funcionaba pues la gente seguía lesionándose igual o más que antes de inventar la zapatilla amortiguada. No conocía yo aquellos días aún el barefoot ni me imaginaba corriendo una maratón sin nada bajo mis pies, pero fue la semilla de lo que llegaría a ocurrir.

El estudio de la pisada levantó mis ansias de aprender y mi curiosidad por el pie. Realmente me lo hicieron bien, o al menos eso creo. Salvo por el tema de la dependencia todo había ido perfecto. A la semana del estudio recogí mis plantillas y comencé a usarlas, y efectivamente me rozaban en la zona el puente por debajo, pero poco a poco me fui acostumbrando. Pero al mismo tiempo de su uso empecé a leer cosas y buscar información sobre pies y la carrera y su técnica. Cayó en mis manos el libro Nacidos para correr, libro que daría una vuelta de tuerca a mi manera de pensar.

Lo que más me puso a reflexionar del estudio del que fui objeto fue la meticulosidad con que el podólogo lo realizó, ojo que hay una especialidad médica exclusivamente dedicada al pie. Hago un inciso aquí para comentar que, como ocurre con los dientes, no entra en la seguridad social. Curiosamente dos cosas que deberían ser llevadas en cuidado muy cercano pues son indicadoras de la salud del ser humano, sí amigos, hay un refrán que dice que “la muerte entra por los pies” y de sobra se sabe que por la boca entra la vida en forma de comida. Pero tal vez no interese mantener una población sana y sea mejor que esté enferma crónica para poder sanarla a base de medicamentos. Esto es otra batalla que tengo, batalla quijotesca también, contra los molinos de las farmacéuticas.

Alino Pies Anchos tras carrera corriendo descalzo

No es el momento de hablar de ello y vuelvo a mi estudio biomecánico de la pisada. Es decir, vi con claridad de que estábamos hablando de pura mecánica, de fuerzas y pares y momentos sobre estructuras biológicas, en este caso las mías. Mi formación de ingeniero afloró y me puso a pensar, y vi con claridad que el problema no era lo que ponía en mi pie sino más bien en cómo mi pie caía y golpeaba el suelo, dónde ese pie golpeaba el suelo, cómo afectaba eso a las rodillas, cómo a la cadera. Ese era el problema, los dolores y molestias eran el síntoma. Descubrí en el estudio que mis dos pies trabajaban de manera diferente, y entendí al fin por qué cuando corría medias maratones o maratones me solía rozar un pie más que el otro. Resulta que apoyo o apoyaba el pie derecho diferente, no diré mal, y ese apoyo lo corregía el propio pie pero llegaba un momento, que yo tenía calculado más allá de los 12 km, en que esa corrección automática del cuerpo dejaba de hacerse por pura fatiga y por eso aparecían las ampollas. Curioso y fascinante a la vez ¿Cómo no iba a querer aprender más sobre todo este misterioso asunto? Y ocurrió que me puse a leer.

Nacemos desnudos y descalzos, eso es un hecho. Tal vez hoy día necesitemos empresas de moda pero son solo cosas superfluas, es otro hecho. Todo lo que vaya más allá de cubrirnos y protegernos ante ambientes hostiles, es superfluo, al menos lo es para mí, son lujos desechables. Resultó, como me decía mi intuición, que los pies nos unen a la tierra ya desde tiempos inmemoriales, digamos que desde que el hombre pasó a ser un ser bípedo, y que este proceso de adaptación duró muchos años durante los cuales la naturaleza nos curtió y nos diseñó con unos grandes pies adaptados al suelo. Aprendimos a correr y a caminar descalzos, con suelas planas de cuero y pieles en tiempos más modernos. Resultó que la amortiguación tan alabada en las marcas de zapatillas la han introducido hace no más de cuarenta años y con engañosas técnicas de marketing. Resultó que leí la historia de Abebe Bikila, ganador de una maratón olímpica descalzo. Fui leyendo que muchos estudios sobre que las zapatillas amortiguadas no habían solucionado problemas de lesiones sino todo lo contrario. En realidad, no había estudios claros y convincentes, cada cual decía lo que le interesaba. Las marcas tenían sus zapatillas clásicas y algún que otro modelo sin amortiguación para los idealistas del minimalismo, entendiendo el minimalismo como un ideal de correr, delegado en tener una buena técnica y fuerza en lugar de en unas zapatillas caras.

Fui leyendo y viendo cosas. Y el barefoot se presentó ante mí como de soslayo, una entre tantas cosas sobre las que me iba cultivando. Estaba centrado en aprender sobre la técnica, cómo caer, dónde y con qué frecuencia para no tener molestias. Aprendí que era básico caer bajo el cuerpo en lugar de delante de él talonando. Pasé casi un año viendo la manera de hacer ese pequeño gran cambio que era el hacer el cambio de pisada. Es bastante difícil pues hablamos de cambiar hábitos mentales, hábitos automáticos que el cuerpo lleva realizando durante años. Al cerebro no le gusta que modifiques sus rutinas, le suele sentar bastante mal y se suele revelar. Comencé por comprarme unas zapatillas GoRun que leí que eran planas y no llevaban drop, con suela como paso intermedio al minimalismo, es decir, al uso de zapatillas sin nada de amortiguación, y hacia donde yo quería llegar. Y era difícil, no fue una transición sencilla. Más de una vez me pregunté por qué no me había quedado con mis plantillas y las zapatillas normales y ¡a funcionar! Puesto que parecía que iba bien cuando lo probé. Ya era tarde, el proceso de cambio había comenzado y no había vuelta atrás, a pesar de los momentos de flaqueza y comodidad aparente había una verdad a la que quería llegar.

Con las zapatillas intermedias fui cogiendo técnica, fue duro pues las molestias de las rodillas se pasaron a las pantorrillas. Cambiar el correr talonando delante del cuerpo por caer bajo éste conlleva que las fuerzas pasen de ser amortiguadas por los cuádriceps, grandes músculos del muslo, a ser soportadas por gemelos y sóleos. Y eso hacía que se pusieran doloridos y duros como piedras. Bastante trabajo me daban a mí, y siguen aún cuando me paso en velocidad, y al fisio Alberto, oficial y de confianza de la Comunidad.

Compré un libro sobre el ChiRunning, que no me acabó de convencer, y otro sobre el Pose Running, del doctor Romanov que sí me pareció más técnico y correcto y más basado en la importancia de la técnica correcta de carrera. Conseguí quitarme las molestias fuertes de los gemelos en cuanto comprendí la importancia de la cadencia, es decir, los pasos por minuto que damos. Cuantos más pasos por minuto, menos tiempo de contacto con el suelo y con ello menores fuerzas aplicadas sobre las articulaciones. Aprendí, y sigo aprendiendo y asimilando, muchas cosas. Una de las más importantes es la continuidad, sin continuidad y perseverancia llegan las lesiones. Si hoy puedo correr quince kilómetros sin molestias y por lo que sea paro siete días, no puedo volver a querer correr eso mismo el día once, mi mente dirá que sí, pero no mis estructuras corporales. El correr sin la amortiguación hace también que se alarguen los gemelos, tan atrofiados por el uso del zapato con tacón, de ahí también los dolores como queja al esfuerzo que les supone tener que llevarlos de vuelta a su situación natural y original. Toda una aventura esto de correr sin amortiguación.

El correr descalzo fue llegando a mí como una ayuda a la técnica, una especie de complemento para fortalecer las estructuras oseas y musculares y acostumbrar el cuerpo a la técnica correcta. Leí que corriendo descalzo era difícil, por no decir imposible, caer de talón. Te obliga a caer de medio pie, que no de puntera como muchos creen. Ahora sé, que incluso descalzo, si se corre de prisa se puede llegar a meter un poco de talón en la zancada, pero no demasiado. Era para mí algo que me atraía en sí mismo, pues me recordaba a mi niñez cuando correteaba sin deportivas por los campos. El presidente Alonso  @alonsojpd decía que para poder correr descalzo había que hacerlo desde pequeño y yo ya era carlanco y viejuno para eso. Correr descalzo como un medio sin un fin, fue una idea que comenzó a forjarse a fuego lento, sin prisas con un alma propia.

Pies sucios tras correr descalzo descalcismo por Alino

Como amante de la historia y de la naturaleza que soy sabía que el hombre ha estado andando descalzo por el mundo durante miles de años sin problema alguno y forzó a que me preguntase a mí mismo: “¿y si lo de las zapatillas megatecnológicas no es más que una engañifa?” Era algo mortal de necesidad llegar a esa duda, y la respuesta a la pregunta surgió nítida y clara ante mí en el momento en que vi la estructura tan perfecta de un pie, maravilla muscular y ósea, en un artículo que explicaba cómo por su propia naturaleza el pie amortiguaba el peso, y cómo se expandía y soportaba las cargas de fuerzas

¿Qué pasa si le pones a un arco romano una fuerza por abajo? La respuesta a esta otra pregunta me hizo desechar mis plantillas. Nos venden amortiguación y resulta que venimos de serie con una que funciona o debe funcionar a la perfección, y no es solo el pie, es toda la pierna que se adapta y dobla cuando el cuerpo quiere evitar un golpe fuerte con el suelo o evitar que todo tu peso caiga sobre una piedra, es algo que la experiencia me ha mostrado. Comentaré aquí de paso, que de todos los pasos que llevo dados descalzo aún no me he hecho heridas ni cortes ni pinchazos con clavos oxidados, recurso este que muchos me han comentado para intentar hacerme ver que estaba loco. Digo aún pues supongo que algún día algo así me puede pasar, sobretodo al correr deprisa, a ritmos de menos de seis minutos el km que es cuando menos se observa el suelo. Normalmente se crea una conexión vista-cerebro-pies y se tienden a evitar los objetos peligrosos del suelo, cristales y otras cosas que haberlos los hay. De momento yo, en todos estos años, no tuve problemas ni tampoco se me hicieron cayos en las plantas del pie, que están sanas y suaves.

Vuelvo a la cronología de mi proceso. Me hice las plantillas a finales de noviembre de 2012, pasó el mes diciembre y el de enero. Resulta que con las plantillas, que las usé por primera vez para correr un 22 de diciembre, y con unas zapatillas de duatlón amortiguadas, corrí la mediamaratón de Santa Pola, en un tiempo aceptable, un 20 de enero de 2013 y sin molestias. En principio parecía que había solucionado mi problema. Pero ya había leído demasiado, y algo no me cuadraba. Estaba convencido de que la amortiguación artificial no era necesaria y, lo que es peor, estaba dispuesto a demostrarlo.

Me puse en modo asnil y, tras un uso intermitente, abandoné las plantillas y las zapatillas amortiguadas definitivamente. A finales de febrero de 2013 me compré unas zapatillas intermedias, sin apenas drop, o sea, sin diferencia de altura entre el talón y dedos del pie, y comencé a formarme en técnica de carrera. Fue pasando el año sin mucha historia de carreras, inmerso en el difícil proceso del cambio de técnica de carrera. El correr descalzo aparece como un complemento, una manera de mejorar la técnica para obligarme a no caer taloneando delante del cuerpo sino caer de plano o de mediopié debajo de éste. Esto fue un proceso muy largo y difícil, como ya he escrito, tanto que aún estoy en ello inmerso mientras escribo estas líneas, en el año 2017.

Distintas zapatillas gorun minimalistas drop descalcismo por Alino Pies Anchos Comunidad Biker MTB

Poco a poco nos plantamos en el mes de enero de 2014. Venía de un periodo de poca actividad en cuanto a carreras, por contra le había estado dando más a la bici de montaña, creo que estaba bloqueado mentalmente para correr, no parecía que fuera bien mi proceso de cambio y que no era capaz de correr de ninguna manera y, si corría, me salían dolores y molestias varias, eso sí, diferentes a los que tiempo atrás solía tener.

Me sentía en aquellos días como ese niño al que sus padres mandan a estudiar a Inglaterra y un día cuando lo llama su padre le dice: «papá, no estoy aprendiendo el inglés y el español se me está olvidando»; a lo que responde su padre: «vente hijo, que te me quedas mudo». Pues así me sentía yo, como si hubiera perdido la capacidad para correr. El año había sido duro, el cambio de técnica no me iba muy bien, dudaba sobre si servía de algo lo que estaba haciendo. Tened en cuenta que en enero del año anterior había corrido calzado normal la Carrera de Reyes del Campello, 6 km, a un ritmo de 4min. 07 seg. el km, que no estaba nada mal, casi mejor que cuando era joven, y un año después apenas podía correr. Del mes de diciembre 2013 y enero 214 no tengo anotaciones, solamente sé que descubrí el correr descalzo como posible salida a mi bloqueo y por ello me propuse a finales de enero comenzar un plan de entreno para hacer la media maratón de mayo en Alcantarilla descalzo.

El 29 de enero de 2014 tengo anotada mi primera carrera o andada descalzo, unos 300 metros en los que anoto que se me hacen duros. Lo veo hoy en día y observo y me maravillo de lo que con la perseverancia se puede lograr alcanzar. La idea era ir de haciendo 500 metros descalzo cada semana, sumativos a la anterior semana anterior para en 14 semanas llegar a los 21 km descalzos. A día de hoy vería esto una verdadera locura, pero entonces me pareció posible. El 2 de febrero hago 500 metros descalzo, el 5 otros 500, el 4 otros 750 metros, el 6 ando 2 km. El 8 de febrero corro mi primer kilómetro. El 12 de febrero me veo valiente y hago 2,4 km descalzo. El día 14 corro 3,5 km descalzo y parecía que iba todo viento en popa. Hacía mis ejercicios de calentamiento y combinaba el correr descalzo con correr calzado, andaba descalzo para fortalecer y hacía ejercicios de fuerza. Pero observará el lector que me estaba sobrepasando, no respetaba ni el plan ni los tiempos de descanso. Se mascaba la tragedia, o al menos la veo yo venir como si la hubiera estado yo llamando a voces.

Anotaciones correr descalzo descalcismo comunitario Comunidad Biker Alino Pies Anchos

El día 18 de febrero de 2014 salí a correr por el trasvase, corrí 5 km en total, el primero con zapatillas minimalistas intermedias, los tres siguientes descalzo y el último con las zapatillas para descalentar. Justo al acabar el último kilómetro descalzo me dio un dolor por el tobillo izquierdo, dolor fuertecico por detrás, como por el tendón de aquiles, en su conexión con el hueso.

Lo hice, sí, me autolesioné, incluso tengo anotado un: «creo que el dolor viene producido por la tensión del soleo y gemelos». Ya iba teniendo alguna molestia más floja pero no le hice caso al cuerpo y seguí, hasta que me hice daño. Dos días después hice 10 km con zapatillas, sin tener molestias fuertes aunque con algunas sensaciones de incomodidad. Eso fue lo que me remató y me hizo parar de correr para recapitular. Había ido demasiado lejos demasiado rápido. Hasta el día 11 de marzo no pude reemprender la marcha de entrenamiento y con mucho cuidado. Me había quedado sin tiempo pero decido seguir preparando la media de Alcantarilla para correrla con las zapatillas, y retomar el correr descalzo poco a poco más adelante.

Seguí mi entrenar como pude, la vida nunca se detiene, siempre sigue su curso, nos venga bien o no. Fue en estos días en que descubrí la importancia de llevar una cadencia elevada al correr, y con ello me quité bastantes de los problemas de dolor de sóleos y gemelos que venía acarreando, parecía que podría retomar el correr sin tener que sufrir. La mente se me iba adaptando al nuevo estilo de técnica de carrera y parecía que dejaba al cuerpo funcionar en paz.

Llegó mayo, el día 5 de mayo de 2014 hice la mediamaratón de Alcantarilla con las zapatillas goRun, sin amortiguación y no tuve problema alguno en rodillas, aunque al correr sin drop la parte posterior de las piernas se ha de estirar y los gemelos y sóleos sufren y se han de fortalecer y flexibilizar, y descalzo aún más. Dicen que lo que no se aprende por discernimiento se aprende por sufrimiento, y eso lo había sufrido yo y aún estoy pagando aquellos excesos de juventud e ímpetu en el descalcismo. Participé y acabé en hora y cuarenta y cinco minutos y catorce segundos, como corredor minimalista, pues estaba esa categoría, y allí vi por primera vez a un grupo de corredores descalcistas en faena. Sí, corrieron a pie totalmente desnudo los 21 km sin problemas ni apuros, y eso que hacía un día caluroso y pudieron haberse quemado. Sentí rabia e impotencia, yo hubiera podido lograrlo de haber sido más inteligente. Ahí me dije a mí mismo: voy a conseguir eso también y quizás algo más. Ese día pasé, mental y definitivamente, de ser corredor minimalista a ser corredor descalcista. Sí, ese día me metí en otro berenjenal, pero yo soy así de asnil, tanto como yo solo puedo llegar a serlo: algún día correré una maratón descalzo, me susurré sutilmente mientras esperaba a que le dieran el trofeo de campeona absoluta a mi MdC @maria. Curiosamente, no tuve molestia alguna ni dolores tras hacer la media, algo comenzaba funcionar.

Efectivamente comenzaba otra etapa, ya dejaba atrás la idea del minimalismo y abrazaba con verdadera creencia el descalcismo, al menos hasta que me sacara la espina de acabar una carrera larga descalza. Se podía hacer, lo había visto con mis propios ojos, no es que me lo hubieran narrado cual cuento de las mil y una noches. Después de la media de Alcantarilla hice un par de carreras de 10k con las zapatillas, una en El Campello y otra en Santa Pola, corriendo sobre los 5 minutos el km, que es signo de estar en mi estado sano de corredor. Pasó junio en este proceso de intentar recuperarme, a finales de mes fue cuando hice la carrera de Santa Pola, carrera en la que me sentí recuperado. Durante esos dos últimos meses combiné correr normal con hacer algunos metros descalzo, hasta 2 km llegaba sin problemas, unos doce o quince minutos de correr descalzo que solía hacer tras acabar el entreno más largo con las zapatillas. Así seguí, sin mucho pensar y manteniéndome en forma por puro placer de vivir, y así pasó el verano, combinando ciclismo, carrera, natación y correr descalzo.

Antes, el día 7 de junio de 2014 me doy cuenta de una molestia bajo los dedos del pie izquierdo, lo anoto y no le doy más importancia hasta tiempo después en que descubriré cual es su significado, tan importante que será causa causa de otro artículo en la web comunitaria. También me hice con unas zapatillas de minimalismo total, cero drop y cero suela casi, menos de 12 mm, de la marca Adidas, que el presidente @alonsojpd un día me regaló al darse unas circunstancias propicias para ello. Zapatillas que aún conservo y con las que haría grandes gestas como una maratón después de hacer casi 4 km nadando y 180 en bici, pero eso no viene a cuento contarlo aquí. Lo que sí diré es que la natación me ayudó bastante en mi proceso de recuperación del correr. Al final lo que cuenta es no excederse e ir fortaleciendo.

Pasado el verano y algo más de días metido en otros menesteres vitales, para el día 30 de octubre de 2014 decido planear un nuevo intento de hacer la media de Alcantarilla de 2015 descalzo. Quedaban 24 semanas y en buen cálculo, con subir 1.000 metros cada semana, iba sobrado. Sobre esas fechas ya llevaba una base de entreno descalzo y necesitaba tener una meta. Y a ello me puse con obcecación, pero planes y la realidad es difícil que coincidan. Hice lo que pude y aumentando poco poco la distancia a superar y con la experiencia de lo pasado llegué a diciembre corriendo 7 km descalzo sin problemas. Comencé con 1,5 km que los corría sin dificultad y fui subiendo cada semana 1.000 metros aproximadamente, el inicio lo hice con más precaución y siempre escuchando el cuerpo. Subía entre 200 y 300 metros por entreno hasta meterme en unos 500 metros por entreno directamente las última veces. Iba todo según lo previsto. Sin embargo, la ironía de la vida hizo que mi propósito se tornara imposible de cumplir.

Resultó que nos fuimos metiendo en 2015, fui subiendo distancia hasta alcanzar los 14 km sin problemas, era duro mentalmente llegar a, por ejemplo, 7,5 km y tener que dar la vuelta, cuando me decía a mí mismo que podría hacer más distancia como el que se rasca la coronilla. Sobre febrero de 2015 cambiaron la distancia de mi objetivo, la Mediamaratón de Alcantarilla quedó en 14 km. Por ello perdí la ilusión y me despisté. Dejé mi entreno con objetivo y pasé nuevamente a vivir sin norte claro. Así que ya sin meta me puse en otros asuntos de la vida y, aunque seguí corriendo descalzo ya no lo hacía como fin en sí, sino como complemento y disfrute. Había llegado al punto en que me encantaba correr descalzo, si era por camino mejor que por asfalto. Sobre finales de mayo de 2015 decidí hacer una pequeña ironmán que vi programada para octubre, por lo que me centré en eso y se me pasó el verano y llegó octubre. Correr descalzo era una manera de fortalecerme, y seguí haciéndolo. Tanto que entrenado por a orilla del trasvase llegué a correr casi tres horas, sobre unos 25 km a pie pelado, sin problemas ni molestias, y al día siguiente me podía ir con la bici a hacer kilómetros sin recibir quejas de mis piernas, aunque los pies si se me quejaban por ir embutidos en las zapatillas de ciclismo. Sabía ya a esa altura de mi existencia que hacer una mediamaratón descalzo era para mí un caramelico.

Cuando alcancé mi objetivo en triatlón me encontré con una carrera programada para inicio de noviembre, La Correbirras, que consistía en correr cuatro horas y ver cuanta distancia se podía recorrer dando vueltas a un anillo de 2 km. Lo que me llamó la atención fue que había categoría minimalista. Así que me apunté con idea de hacer mi primera carrera descalzo. Y la hice, corriendo entre asfalto y un tramito de tierra, 36 km con 200 metros en esas 4 horas. Toda una experiencia. Lo más duro de aquél día fue el frío que hizo. Al día siguiente estaba casi como nuevo. No corría rápido, pero no tenía dolores. Yo fui el único que hizo esa carrera totalmente descalzo. Para mi pena y disgusto, ya no han vuelto a hacerla con categoría de minimalismo.

Se cerró el 2015 y todo el 2016 sin que se me ocurriera volver asistir a evento alguno donde poder estar corriendo descalzo, simplemente lo hice por puro disfrute personal. En enero de 2017 participé en una carrera de 6 km en Murcia, corrí descalzo, y ese mismo día decidí hacer la maratón al ver los kilómetros marcados en las calles, la haría descalzo, por supuesto. Mi objetivo era hacer la media de Santa Pola, objetivo relegado a segundo plano. Así que tras hacer la media de Santa Pola, cumplí mi promesa de terminar una Maratón descalzo, y luego hice otra media en Almería. Las tres descalzo y en semanas consecutivas, casi sin problema alguno, y eso que me volví a exceder en velocidad y distancia, haciendo otra de mis cafradas ya nombradas, la juventud la perdí pero la capacidad haced cafradas parece ser que no. Y así llegamos al día de hoy, en que sigo viviendo y respirando.

Y bien, dirán ustedes, todo esta historieta qué nos importa y en qué se relaciona con el título de esta crónica. Muy simple: lo que hacemos nos transforma: dejé de ser un pies normal y pasé a ser un Pies Anchos, sí, atrás quedó Alino Mondraker y apareció Alino Pies Anchos. He querido hacer una narración larga, dura y tediosa para hacer notar que no fue un proceso espontáneo y fácil, sino algo equivalente a lo narrado. Los resultados tienen su lado bueno y su lado malo, ha sido un proceso de crecimiento y no puedo ya rechazarlo ni negarlo.

Los pies de Alino Pies Anchos

Correr descalzo me fortaleció y transformó la estructura de mis pies, los ensanchó en su parte delantera sobre un centímetro, que es toda una barbaridad. Lo fui notando en el uso de la bici, pues cada vez iba teniendo más molestias al usar las zapatillas de ciclismo, sobretodo las de carretera, esto da miga para otra historia que será narrada a su debido tiempo, solo diré que casi abandono el ciclismo por este asunto.

También contaros que lo que parece un pie ancho debería ser la estructura normal, lo que no es normal es meter lo que nos une a la tierra y está lleno de miles de células sensoriales durante toda la vida en un zapato, coartando su desarrollo natural, volviéndolo insensible y casi inerte, cuando no enfermándolo. Un pie es una estructura viva, no lo digo yo, lo transcribo de algo que oí en una conferencia de un podólogo. Hay una cultura, una industria de lo estético, insensible y avara, que fuerza los pies en formas no sanas ni naturales, por eso se necesita luego un podólogo que arregle los desaguisados de una industria que pone lo que es moda por encima de lo que es saludable. Pero el que decide y recibe las consecuencias es el consumidor último, así que de nada sirve ir de victimas inocentes, sino que somos responsables de nuestras decisiones.

Para finalizar, en hilo a lo último escrito, aunque no voy a recomendar a nadie que corra descalzo, tampoco que no lo haga, sí voy a recomendar sin dudar que se ande descalzo, o al menos se esté descalzo, una media hora al día o cada algunos días, a ser posible mejor sobre superficies naturales, tierra, arena, hierba. Es un simple consejo que no cuesta dinero y puede dar salud, y además es un gozo para sus pies.

De vuestro comunitario Alino Pies Anchos.