Hola queridos comunitarios, seguimos sumando kilómetros, aventuras y experiencias. En este caso anunciamos una ruta de ciclismo de carretera de las largas, con ascenso al Morrón de Espuña. No sabíamos ir por carretera y nos salvó el comunitario Cristóbal, que también nos acompañaría  y conoce bien la zona. Hoy narraré una crónica y un error, mi error, que desencadenó una picadura de pollo monumental.

En la noche anterior a la ruta cené un par de patatas cocidas con aceite y sal, un huevo cocido y un par de lonchas de pechuga de pollo a la plancha. Os comento esto porque podría ser importante para lo que vino después. A la mañana siguiente desayuné un poco de bebida de avena, cereales y un yogur natural. Para afrontar la ruta (de unas 7 horas de duración) me llevaría un plátano y fin y menudo fin…

Ciclismo de carretera pedaleando con la flaca por Sierra Espuña por Comunidad Biker MTB

Antes de salir tuvimos que darle aire a todas las ruedas de las bicicletas de los comunitarios Kronxito, María, Patricia Carmona y también de las mías, es lo que tiene la bicicleta de carretera: las ruedas pierden la presión. Saludamos al comunitario Antonio que venía desde Fortuna (menudo rutón le salió finalmente) y fuimos hacia el encuentro del comunitario Cristóbal, el guía de la ruta, que nos esperaba en La Torre Alta.

Pedaleamos sobre nuestras bicicletas de carretera o flacas como también se las llama. Rodamos tranquilamente hacia Alcantarilla, pasando por La Ribera de Molina y cogiendo algún atajo, siempre evitando las zonas de coches. Aunque en Alcantarilla hay un tramo inevitable, donde no queda más remedio que ir en fila india y buscando el arcén (siempre que sea ciclable).

Llegamos a la vía de servicio donde, por fin, apenas hay coches y se puede rodar con mayor tranquilidad. Cogimos un poco de ritmo siguiendo la rueda de los comunitarios de cabeza del pelotón. Pasamos cerca de Los Vicentes, cruzamos Librilla, Los Pavos y Alhama de Murcia. Todo esto en llano o falso llano, casi siempre a buen ritmo.

Al dejar el pueblo de Alhama la carretera empieza a empinarse, aunque suavemente. Llegamos a la altura del cartel que anunciaba Gebas a la derecha (por la carretera por la que circulábamos) y giramos a la izquierda, saliendo de esta carretera y cogiendo una secundaria. A partir de aquí, nos comentó el guía Cristóbal, empezaba lo bueno. Y así fue, desde este cartel en adelante hasta el Morrón todo sería subida, prácticamente sin descanso.

Cada comunitario fue cogiendo su posición natural, en función de sus fuerzas, sus ganas y sus sensaciones en esa mañana. El sol apretaba bastante y al principio había algo de sombra. La carretera es estrecha pero apenas había coches. Y subía y subía y subía sin descanso, kilómetros de ascenso que, afortunadamente, era relativamente suave. Pendientes medias del 8% hacían que pudiéramos pedalear sin mucha dificultad, teniendo en cuenta el limitado desarrollo de las bicicletas de carretera, en comparación con el de las de montaña.

Ciclismo de carretera pedaleando con la flaca por Sierra Espuña por Comunidad Biker MTB

Grabé algunos tramos y comenté algo, esto siempre hace que pierda el ritmo, la concentración y la rueda de los comunitarios. Me quedé rezagado y rodé en solitario prácticamente hasta la primera parte de la subida.

El ascenso al Morrón de Espuña (o EVA 13 como también se le conoce) consta de tres partes, como me comentaba Cristóbal:

  1. Desde Alhama hasta la Marina, que pueden haber unos 10 kilómetros o más.
  2. Desde La Marina al Collado Bermejo, que hay otros 6 kilómetros.
  3. Y el último, desde Collado Bermejo hasta el Morrón o hasta donde los militares nos dejen subir si no cierran la puerta. Que tiene otros 4 kilómetros más o menos.

En total más de 20 kilómetros de subida, con pendientes medias del 9 ó 10% y con alguna rampa mucho más dura en la parte final, la del Collado Bermejo al Morrón.

La primera parte la afronté bien, iba despacio, reservando, cosa que hago cuando no conozco una subida. Pero también la hice sin comer nada, solo agua. Llegué a La Marina y allí estaban esperando los comunitarios Jose Antonio y su padre, que vinieron a saludarnos y el resto. Algunos almorzaron y otros compraron agua para afrontar la segunda y tercera parte de la subida, donde ya no hay posibilidad de avituallamiento. En mi caso me bebí un Aquarius, que creo que no me hizo bien (para lo que vendría después).

Grupeta comunitaria de ciclismo de carretera en La Marina en Sierra Espuña por Comunidad Biker MTB

Charlamos un rato con Jose Antonio y su padre, muy amables y nosotros muy agradecidos de que vinieran a vernos desde Totana. Despedimos al comunitario Cristóbal que regresaba a casa por cuestiones laborales (yo no lo despedí porque creía que continuaba un poco más), el resto retomamos el pedaleo para seguir con la ruta.

En La Marina, más o menos por el kilómetro 47 de la ruta, llevaríamos unos 800 metros de desnivel acumulado. Con haber vuelto desde aquí ya habría salido una ruta estupenda, pero ya que habíamos llegado teníamos que continuar. A partir de aquí no había pérdida: siempre para arriba, así que el comunitario guía de la mañana nos dejó a sabiendas de que no nos perderíamos.

Seguimos sumando kilómetros y metros de ascensión, por momentos con la sombra de los pinos y en otros momentos al sol. Los comunitarios volvieron a perdérseme de vista, está comprobado que no soy capaz de ir a rueda o no estoy acostumbrado o no me gusta, no lo sé. El caso es que levanté la cabeza tras una grabación y ya no los veía.

Llegué a la zona de las ocho curvas, donde todavía podía ver a la comunitaria Patricia tres curvas por encima de mí, incluso me animaba. Pero no acababa de ir bien, me notaba con hambre, kilómetro 70 de la ruta, más de 5 horas pedaleando y solo bebí agua y no mucha. Pasé las curvas y volví a quedarme solo, al fondo empezaba a ver la bola de Sierra Espuña, el Morrón, pero aún sabía que estaba lejos, a más de 9 kilómetros. Del hambre pasé al mareo, me notaba un poco mareado y eso es preocupante. Hice un kilómetro más y me acordé de que llevaba el plátano.

Ciclismo de carretera con pajarón o picadura del pollo con plátano en Sierra Espuña por Comunidad Biker MTB

Paré en una orilla, aparqué la bicicleta en el tronco de un pino, andé un poco, saqué el plátano, las piernas me temblaban, seguía mareado. Me comí el plátano casi de un bocado, con voracidad, síntoma de que la había liado bien al no alimentarme al menos un poco cada hora de ciclismo. Cosa muy importante en estas rutas largas y que sé bien, pero por lo que sea hoy anduve despistado en este sentido y eso me costó caro.

Estuve unos cinco minutos parado, andando un poco alrededor de la bici, a ver si se me pasaba el mareo. Volví a montarme porque tampoco era plan de enfriarme. El mareo fue remitiendo poco a poco, pero la sensación de hambre seguía intacta.

Bicicleta de Carretera Vitoria aparcada en tronco de pino en Sierra Espuña por Comunidad Biker MTB

A la media hora parece que el plátano me fue haciendo efecto y el mareo se me quitó, no el hambre, que me acompañaba como fiel recordatorio del gran error que cometí: poca comida y poca agua.

Llegué por fin al Collado Bermejo, donde estaba la comunitaria Patricia esperándome y algo preocupada por mi tardanza. Le dije que me había picado el pollo a base de bien y que tenía mucha hambre. Me dio unos dátiles, fruto que no me gusta por estar muy dulce, pero que me comí sin rechistar y me supieron a gloria. También devoré con la misma avidez una barrita que llevaba, así que dejé a la comunitaria Patricia sin comida.

Empezamos a subir hacia el Morrón, los últimos cuatro kilómetros de la ruta, pero también los más exigentes. Al principio la pendiente era más o menos como el resto de la subida, incluso en algún momento llaneamos.

Parece que iba recuperando las fuerzas pero los milagros no existen, al menos no iba mareado, que era lo que más me preocupaba. A unos 200 metros veía a la comunitaria Patricia, a la que también se notaba cansada. En este punto acumularíamos más de 1.600 metros de desnivel y unos 58 kilómetros.

Pero llegaron las rampas de más del 14% algunas, donde miraba los piñones por si tenía alguno más pero no, había los que había y llevaba todo el desarrollo metido. En este punto de la ruta me acordé de la bicicleta de montaña, de esos estupendos platos pequeños y de esos magníficos piñones grandes, los eché bien de menos.

Saqué fuerzas de donde no las había para no darme la vuelta, incluso hice alguna ese para quitar tensión a las rodillas. Seguí subiendo y a lo lejos todavía veía a la comunitaria Patricia, a la que parecía que le pesaban las piernas.

Llegué a los Pozos de la Nieve y al girar vi la bola grande de Sierra Espuña, señal de que estábamos acabando este calvario. Efectivamente, por la carretera dibujado indicaba el último kilómetro. Eso me dio algo de fuerzas y conseguí finalizar el ascenso.

Arriba, junto a la puerta cerrada por los militares, estaban los comunitarios Antonio, Kronxito y María tirados por el suelo, llevarían más de una hora esperando, no lo sé.

Comunitarios tirados en el suelo esperando al empajarado en Morrón de Sierra Espuña por Comunidad Biker MTB

Nos hicimos la foto de grupo para el recuerdo y emprendimos el descenso. A la altura de La Marina, en el bar, decidimos parar a comer. Era tarde y sabíamos que llegaríamos pasada la hora de comer a Molina. Prácticamente fue parada obligatoria: llevábamos el cuello, los hombros y las manos doloridas de la postura desagradable de la bicicleta de carretera, también de la posición de los frenos, horroroso, donde esté la comodidad de la bicicleta de montaña que se quite esa postura «aerodinámica» de la bici de carretera ¿aerodinámica para qué?…

Aparcamos las bicicletas, nos sentamos y pedimos agua, cerveza, tinto de verano, ensalada, pollo a la plancha, guiso, crema de verduras, melón… me hubiera comido todas las existencias del restaurante, seguía teniendo sensación de hambre. Afortunadamente esta comida nos salvó la vida a más de uno, a mí me hizo recuperar las fuerzas, sin duda.

Reponiendo líquidos y fuerzas en comida en La Marina en Sierra Espuña por Comunidad Biker MTB

Bidones llenos de agua, estómagos llenos de comida y pocas ganas de montar en bici nuevamente, pero había que regresar. Seguimos bajando y bajando y bajando, había que bajar todo lo subido y era mucho. Apenas podíamos frenar en cada curva, las bicis de carretera son penosas para frenar, sobre todo por la posición donde está la maneta de freno, que hace que solo puedas cogerla con dos o tres dedos y acaban engarrotados… ¿Dónde estaría mi bicicleta de montaña? que tiene las manetas de freno en un lugar idóneo y esa postura estupenda en la que no vas con el cuello levantado para ver la carretera… ¿Dónde estabas amada mía cuando más te necesitaba? Eso mismo iba pensando cuando llegaba otra curva y hasta me dio un calambre en los dedos, que llegó a asustarme… ¿Y el cuello? ¿Y los hombros? doloridos, sin saber cómo ponerme para evitar el dolor, porque la bici de carretera da pocas opciones.

Descenso rápido en ciclismo de carretera por Sierra Espuña por Comunidad Biker MTB

Por fin, muertos, doloridos, llegamos al final de la bajada, al cartel de Gebas y tomamos dirección Alhama de Murcia, al menos ahora no había que usar los frenos prácticamente. Cruzamos Alhama y nos dirigimos hacia Librilla. Por esta zona nos encontramos con la comunitaria Ana Belén, con la que estuvimos charlando un rato.

Pero aún nos quedaban más de 25 kilómetros para llegar a casa. La comida empezó a hacerme efecto y ahora sí, el milagro llegó, tenía fuerzas renovadas y el pollo que hacía unas horas me había picado dejó de sobrevolarme. En una curva el comunitario Antonio nos dio un buen susto, se dio contra un quitamiedos y cayó al suelo. Afortunadamente no le pasó nada, alguna contusión en el brazo. Y su bici no cambiaba y hacía un sonido, tuvimos que parar y enderezar la patilla del cambio para que pudiera continuar.

Cogimos la vía de servicio y no la abandonaríamos hasta llegar a la altura de Jabalí. Una recta larga y un llaneo donde comprobé que, efectivamente, mi picadura había sido por mala alimentación, ahora tenía fuerzas y me encontraba bien.

Paramos en una gasolinera a unos 12 kilómetros de llegar a Molina de Segura, para avituallarnos y que no nos faltara agua. Y fuimos regresando y salvando los dos o tres repechos a la altura de la Ribera de Molina, que afronté como si acabara de empezar la ruta, cosas de la vida.

Y por fin llegamos a casa, con más de 120 kilómetros y más de 1.900 metros de desnivel acumulado. Con más de 6 horas y media pedaleando y otras tantas de ruta. El comunitario Antonio aún tenía que llegar a Fortuna, con lo que acabaría la ruta con más de 160 kilómetros ¡bravo!.

Comunitaria Patricia Carmona en el Morrón de Espuña EVA 13 por Comunidad Biker MTB

Quiero acabar la crónica, o el calvario, o esta aventura, o esta picadura del pollo, o esta primera ruta larga y con ascenso de puerto también largo agradeciendo al comunitario Cristóbal por acompañarnos, sin él de guía no sé muy bien si hubiéramos llegado al Morrón.

Con respecto a mi picadura del pollo, también he de alegar, además de la mala alimentación, el hecho de que en una semana hemos acumulado más de 9.000 metros de desnivel: una ruta de MTB por Tenerife hace justo una semana con más de 1.000 metros, al siguiente día otra con 3.100 metros, al día siguiente una ruta de senderismo con ascenso al Teide y un acumulado de más de 1.500 metros, al siguiente día otra ruta de senderismo de más de 8 kilómetros y unos 400 metros de desnivel acumulado subiendo. A los tres días la premarcha de la Explosiva de la Pila, con más de 1.500 metros de desnivel y dos días después, hoy, otros 1.900. En total en una semana: 9.300 ¡ahí es nada!.

Perfectamente podría haber titulado esta crónica como:

Un ciclista, un plátano, un bidón de agua y 120 kilómetros.

Parece sensacionalista, pero no lo es, os lo puedo asegurar. Me acordaré de este error durante un tiempo, durante el que espero no volver a cometerlo. Pero el ser humano es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra…

De vuestro comunitario presidente Alonso.

  • Fotos de la ruta de ciclismo de carretera al Morrón de Espuña: