Hola amigos de Comunidad Biker, hoy hemos participado en la XIII Marcha BTT a los Calares del Río Mundo en Riópar (Albacete, España). Hasta el pueblo de Riópar nos dirigimos los comunitarios Alonsojpd, Paquito206, Patricia Carmona, Juan Francisco, Aurelio y Antonio Manuel. También nos acompañarían nuestros queridos amigos de Los Simao: Ricardo, Ismael y Tony y de Ciclos Conde nuestro amigo comunitario David y Juande. Ellos mismos se encargaron de buscarnos una casa por la zona para pasar la noche del sábado y así no tener que pegarnos el madrugón el domingo.

No os contaré los preparativos habituales que realizamos para afrontar estas marchas detalladamente, ya los sabéis y en el vídeo de la marcha podréis ver algunos de ellos: maletas con ropa, echar las bicicletas en los coches, viaje a Riópar, recogida de dorsales, en una cola interminable, que gracias a la comunitaria Natalia se hizo más amena y nos pudimos «colar» por medio. Estaba allí pasando el fin de semana y nos vino de maravilla, nos ahorramos una hora de cola. Cenamos macarrones hechos por Davido y Paquito para coger fuerzas. A la mañana siguiente un buen desayuno, salimos a la calle y nos volvimos a meter de un salto ¡Mucho frío! Nos pusimos alguna térmica (que como es lógico nos acabarían sobrando en las subidas) y a rodar…

Así empezamos el domingo día 16 de octubre de 2016, con mucho frío pero sabiendo que en la primera cuesta empezaríamos a sudar. Salimos unos 1.200 participantes por las calles de Riópar, temblando un poco en los primeros kilómetros. Pero el frío se fue disipando pronto. A los pocos kilómetros, con las manos y el cuerpo helado, afrontar la primera de muchas subidas, esta por pista forestal, en la que nos olvidamos del frío.

Algunos comunitarios decidimos salir tranquilamente, sabíamos que esta marcha iba a ser durísima, con un desnivel acumulado final de unos 2.500 metros y 75km, éramos conscientes de que había que dosificar bien para poder acabarla. Otros comunitarios tiraron a buen ritmo casi desde el principio. Como siempre, cada cual hace lo que mejor le viene y actúa acorde con las sensaciones que ese día tenga.

Fuimos subiendo varios kilómetros en esta primera «sorpresa» de la mañana, incluso la térmica empeza a sobrar. Al poco una bajada, con bastante fresco, lo que hizo que viniera bien la térmica, a los pocos kilómetros otra subida, la términa volvía a molestar y así sucesivamente… Al fondo, desde lo alto, divisábamos la neblina y, muy por encima, Los Calares del río Mundo, pico que tendríamos que coronar a lo largo de la mañana. Desde el otro lado esta montaña se veía desafiante, majestuosa e imponente.

Empezamos a cruzar algún que otro riachuelo ya desde el principio. En mi caso, como siempre, procurando no mojarme los pies, no me gusta nada y menos aún con frío. Atravesaba estos riachuelos cogiendo velocidad y en el propio lecho levantando los pies hasta llegar a la otra orilla sin darle a los pedales y, por consiguiente, sin mojarme los pies.

Llegamos a la primera subida por senda de la mañana, justo al afrontarla miramos al frente y había una cola inmensa de ciclistas y el correspondiente tapón más abajo. Cientos de participantes parados y nosotros nos unimos a ellos. Estuvimos más de 30 minutos. Luego vimos que era un paso estrecho por el que había que pasar de uno en uno, algo resbaladizo pero ciclable. Cuando hay tantos participantes es como las colas que se producen en las carreteras con los coches, pasa el primero que aminora la velocidad, el anterior un poco más, el de más atras suma otro poco de retraso y cuando somos 1.000 eso se va multiplicando. Así que paciencia y a esperar, riéndonos con las ocurrencias de la comunitaria Patricia Carmona, que siempre tiene algo que decir a los compañeros de alrededor.

Tras el tapón rodamos por preciosas sendas, húmedas y con algo de barro, pero del que no se pega en las ruedas. Con repechos cortos, subiendo y bajando. Algunas zonas, ya acercándonos a Los Calares del río Mundo, bastante peligrosas por tener precipicio a un lado. Sendas muy estrechas que no te dan opción a cometer un error en la trazada. Algunos participantes las afrontaban a pie. Maravillados por el espectáculo que nos brindaba la naturaleza.

Bajamos a la carretera, donde se oían gritos de ánimo a la comunitaria Patricia, del tipo «Vamos valiente». Unos metros por esta carretera y giramos a la derecha por pista forestal, por una zona que la comunitaria Patricia conocía de hacer senderismo. Nos avisó de que venían subidas. Íbamos por el kilómetro 30 y, por el perfil, sabíamos que así era, la subida a los Calares del río Mundo. Ascenso constante, con pocas zonas exigentes pero sí algunas, de uno 12 km. Prácticamente siempre subiendo, salvo un pequeño descanso de bajada en medio.

Al iniciarla fuimos rodando por camino de tierra o pista forestal, poco a poco pasamos a senda, volvimos a camino y a senda nuevamente. Casi siempre subiendo, con algunos tramos exigentes en los que había que tomar posición de ascenso técnico. Rodé casi toda la marcha con los comunitarios Aurelio y Patricia Carmona, ellos me adelantaban en algunas zonas y yo hacía lo propio en otras.

En la mitad de la subida un compañero ciclista sufrió una caída hacia un lado, la cala no le salió y cayó a plomo hacia un pequeño barranco de un par de metros. Fuimos a socorrerlo y allí se quedaron con él sus compañeros, hasta que se le pasara el dolor. Como siempre digo, las caídas son lo peor de este deporte y nos pueden apartar de él, toda precaución es poca.

Seguimos subiendo y nos encontramos con unas vacas que descansaban muy cerca de la senda, así que paramos a echarnos unas fotos con ellas. La comunitaria Patricia, siempre atrevida, se acercó bastante para la foto, hasta que la vaca se levantó y se le quedó mirando en actitud defensiva, con la envergadura y los cuernos imponía, así que la dejamos tranquila y continuamos la ruta.

Más subida y el primer  avituallamiento del día. Paramos unos minutos a comer plátanos y beber algo. Había repostería industrial, higos secos, plátanos, mandarinas, agua, bebida isotónica, etc.. Esperamos la llegada de la comunitaria Patricia, que subió muy bien, apenas tuvimos que esperarla unos minutos y continuamos la ruta, pensando que ya se había acabado la subida ¡Ilusos!. Tras rodar un poco por llano vimos que aún nos quedaban unos kilómetros de ascenso, que no tuvimos más remedio que afrontar con estoicismo y resignación.

Rodamos por guijaros y gravilla, por una zona despejada de vegetación, propia de la alta montaña en donde hay mucha nieve, viendo a lo lejos alguna que otra vaca pastando. Y con esta estampa, por fin,  llegamos a lo más alto de la marcha, a unos 1.600 metros. Ahora empezaba el descenso, de más de 7 km.

Al principio casi llano con un poco de bajada, muchísimas piedras y escalones, por este curioso paisaje más propio de la alta montaña. En algunos puntos parecía que la bici se iba a desarmar de tanto traqueteo. Tras esta zona empezó la bajada complicada. Una senda estrecha, húmeda y resbaladiza, por donde vi como se caían varios participantes. La conseguí bajar completa, pero en algunos tramos temí por mi integridad. Zonas con raíces y piedras húmedas y muy resbaladizas, donde hay que aplicar la técnica más pura, total concentración y elegir bien la trazada, dentro de las pocas posibilidades. Lo principal en estos descensos es usar bien el freno delantero y el cuerpo lo más atrás posible.

Tras la bajada, con dolor de cuello y manos por la inclinación, la tensión y de tanto frenar, paré unos minutos a esperar a los comunitarios Patricia y Aurelio. Ellos fueron bastante más cautos y la bajaron andando.  Me vino bien para relajarme y descansar, aproveché tomar una barrita y sacarles unas tomas cuando pasaron.

Senda del agua en la marcha BTT Los Calares del Río Mundo en RióparContinuamos bajando, ahora por camino, con tramos de bajada y de llano, haciendo kilómetros. Al poco entramos en otra senda espectacular, con vegetación tupida y muchos árboles, haciendo eses entre ellos, con riachuelo a un lado. Escuchamos a lo lejos una música y vimos que había un avituallamiento. Así que paramos a reponer líquidos, a tomar algo de comida (en mi caso siempre plátanos) y descansar un poco.

Más sendas espectaculares, entre vegetación que la cubrían casi por completo, la senda apenas se veía. Pequeñas subidas, con algunas piedras, donde las cubiertas resbalaban, había que tirar de técnica y habilidad o poner el pie al suelo. Bajamos a un pueblecito por el que no llegamos a pasar, atravesamos otro riachuelo, por un pequeño puente, giramos a la izquierda en una estrecha calle y más senda. Llegamos a otra senda paralela a la carretera, preciosa, con helechos a los lados, con más raíces resbalacidizas.

Cruzamos la carretera y tomamos una pista forestal, unos cuantos kilómetros donde nos daba el sol y, ahora sí, sobraban las camisetas térmicas y empezamos a sudar. Había algo de subida, tendida, no muy inclinada, pero que nos iba castigando las piernas a cada kilómetro.

Seguimos rodando con nuestras bicicletas llenas de barro, pero por suerte una capa fina, no del que se pega y no deja ni andar ¡Afortunadamente! Algunos comunitarios acabaron la marcha llenos de barro y agua, otros no tanto. Hicimos algún repecho de subida por pista, luego un poco de bajada, siempre rodeados por las montañas de Riópar. Cruzamos una carretera y nos encontramos con el último avituallamiento de la marcha. Íbamos bastante cansados, con más de 60 km en las piernas, les preguntamos a los de la organización sobre qué quedaba y nos dijeron que aún había más subidas ¡Bufff!

Efectivamente, a los pocos metros había un punto de control de tiempo, una pequeña rampa hormigonada y casi nos topamos de lleno con una senda de subida con pendientes de más de 23% ¡Durísima! Una auténtica pared, con más de 65 km en las piernas. Le echamos coraje y la conseguimos subir sin poner pie al suelo, pero agotando las últimas reservas de fuerza que nos quedaban. Una subida de algo menos de un kilómetro pero que nos dejó exaustos.

Llegamos a una carretera y continuamos subiendo, pasamos por un restaurante, siempre subiendo, donde nuestro amigo del Club Ciclista Molinense Miguel Ángel me saludó y me animó a que me quedara a tomar carne asada, estuve a punto de parar pero de haberlo hecho no habría podido seguir. Así que saludé y continué subiendo.

Llegamos al punto más alto, una zona muy bonita, con una fuente de piedra y una especie de cueva y puente, también de piedra natural. Por allí la comunitaria Patricia pasó delante, rodando por una senda muy estrecha y con piedras ¡Casi se cae a un lado! Le dije que tomara precaución, los descensos con cansancio son muy peligrosos. Pasé delante y llegamos hasta la carretera.

Hicimos algunos kilómetros de llano, por carretera, por camino y por senda. Algunos comunitarios teníamos la esperanza de que no hubiera más subidas, me temía que nos esperaba alguna sorpresa final. Tras hacer algún descenso corto por senda, entre casas antiguas derruidas, giramos a la izquierda y ¡Sorpresa! Otra subida, ahora por senda.

Nuestra comunitaria Patricia iba haciendo algunas exclamaciones que no transcribiré aquí, del tipo (muy suavizado) «Estoy ya de sendas y de subidas hasta…». Pues sí, esta senda de subida, con 70 km en las piernas, con 2.000 metros de desnivel acumulado, se hizo especialmente dura. Además iba acompañada dePatricia Carmona en la Marcha BTT Los Calares del Río Mundo en Riópar algunos tramos donde había que bajarse de la bici y, lo más curioso, bajaba agua por la propia senda.

La «senda del agua» la llamamos (nombre suavizado), no se acababa, subiendo y subiendo, con las ruedas por el agua, con miedo a resbalar. Es la primera vez que veía algo semejante, un sendero de paso por el que bajaba agua como si de un riachuelo se tratara. Aproveché para echar unas fotos y grabar un vídeo, aunque todo muy rápido pues las fuerzas escaseaban y no era momento para estar haciendo parones. Así que tuve que tirar de mi experiencia en grabación para no hacer parar a Patricia y conseguir alguna imagen que inmortalizara esta curiosidad para la Comunidad y los comunitarios.

Hay que reconocer que esta senda, la del agua, si no fuera por la extenuación de nuestros cuerpos, es una zona donde se disfrutaría de lo lindo y que, además, da mucho «juego». Pero este día y a las cuatro de la tarde, tras 8 horas en la bici, no estaba el ánimo para juegos.

Por fin se acabó, llegando a un camino ancho o pista forestal, por donde circulamos unos kilómetros también subiendo, pero más suave, casi nos sirvió para descansar un poco. Todavía íbamos con cierto «miedo» por si aún nos encontrábamos con alguna subida más ¡Todo era posible! Seguimos rodando por este camino hasta que nos desviaron a la derecha para coger una nueva senda.

Afrontamos este último descenso muy cansados. Una senda espectacular, muy bonita, que se disfrutaría en condiciones normales, pero hoy nos conformábamos con acabarla para llegar a meta. Por allí nos saludó el comunitario Iván, quien también nos avisó de que venía una zona técnica.

Efectivamente nos encontramos con una senda estrecha, con raíces húmedas por medio, algo a lo que ya nos habíamos acostumbrado en la marcha de Riópar y con zonas bastante inclinadas. Hice acopio de mis últimas fuerzas y conseguí descenderla completa sin poner pie al suelo, aunque acabando con dolor de cuello y manos. Esperé a los comunitarios y realizamos los últimos kilómetros por las calles de Riópar hasta llegar a meta.

Allí nuestra comunitaria Patricia se encontró con una bonita sorpresa que contará en su crónica. Estaban también los comunitarios Antonio Manuel y Ricardo, ambos con alguna magulladura. Nos contaron sus respectivas caídas, sin mayores consecuencias afortunadamente.

Acabamos esta dura marcha todos los comunitarios, algo que me alegró bastante, todos extenuados, algunos con rasguños, pero nada grabe. Así que muy felices por sumar un reto más a nuestro haber. Disfrutamos de la compañía de los comunitarios y amigos comunitarios en una estupenda comida, recogimos todo y para nuestras casas.

Un estupendo fin de semana, de desconexión total. Cuando emprendemos un reto de este tipo se te olvidan todos los problemas cotidianos y te centras en respirar, en no caerte, en pasarlo bien, en disfrutar de la compañía, en disfrutar del paisaje, en acabarlo como sea y, en definitiva, desconectas de todo. Y, cuando lo acabas y ves que todos los comunitarios lo han acabado, la sensación es de felicidad (Paquito206 diría «euforia»).

Quiero agradecer a nuestros amigos de Ciclos Conde y Los Simao, a Tony, David y Juande el que nos hayan preparado la casa para pasar allí el fin de semana. Mandar un saludo y muchos ánimos a nuestro querido amigo comunitario Antonio de Maya, de Los Simao, que iba a venir a Riópar pero no pudo finalmente por un contratiempo. Y también al comunitario Kronxito, que lo echamos en falta como reportero.

Por último y no por ello menos importante, felicitar a todos los comunitarios: Paquito206, Antonio Manuel, Juan Francisco y Aurelio por acabar la marcha. Me dejo para el final, en mención especial, a la comunitaria Patricia Carmona, 75 km, 2.500 metros de desnivel acumulado, 8 horas de ruta y solo perdió la sonrisa unos 12 minutos durante toda la ruta, la mantuvo las 7 horas y 48 minutos restantes. Un gran ejemplo de que todo se puede conseguir, animando a todas aquellas mujeres ciclistas a que no tengan miendo ¡Si ella puede vosotras también! Hace un año nuestra comunitaria no era capaz de hacer rutas de más de 30 km y en llano, se juntó con nosotros, le puso constancia y ganas y ahora afronta estos retos y los supera ¡¡Grande!!

De vuestro comunitario presidente Alonso.

  • Fotos de la marcha BTT de los Calares del río Mundo en Riópar: