Hola estimados comunitarios, el fin de semana se avecina y hay que preparar ruta de ciclismo de montaña, en este caso anunciamos en el foro de la web comunitaria la visita a la sierra de la Muela del Mayés pero por caminos y sendas nuevas para nosotros.

La semana se había presentado con bastante viento. Veníamos de realizar varias rutas con viento y partimos con la esperanza de que por la mañana haría algo menos. Preparamos todo para la ruta: bien abrigados con la equipación comunitaria de invierno, bien desayunados porque sería una ruta larga, con las bicicletas y los elementos de seguridad preparados (casco, gafas, guantes, …) y con muchas ganas de visitar un nuevo lugar.

Salimos pedaleando sobre nuestras bicicletas de montaña hacia la orilla del río Segura. En el pueblo parecía que hacía menos viento que otros días, pero eso sería un espejismo. Nos amparaban los edificios y al salir al camino nos empezó a soplar fuerte.

Luchamos contra el viento que casi siempre iba de cara. Lo que tenía un 2% de desnivel se convertía en una rampa del 10% al tener que pedalear contra esa fuerza que no se ve pero se siente.

Íbamos sumando kilómetros en nuestras piernas, pedaleando como valientes, escuchando el silvido de las ráfagas fuertes de viento que de cuando en cuando nos azotaban de lado, las peores, que nos desplazan la bici y casi nos hacen caer. Intentábamos hablar y charlar con los comunitarios, pero cuando nos abordaba una de estas rachas dejábamos de hablar para concentrarnos en no caer.

Recorrimos varios pueblos buscando siempre los caminos y evitando la carretera, por la orilla del río primero y luego por caminos secundarios y alguna que otra senda.

Todos compartíamos una misma esperanza: el cese del viento. Esperábamos que al entrar en la montaña el viento no se notara, o bien al avanzar la mañana y acercarnos al mediodía.

Fuimos subiendo por camino a pocos kilómetros de la sierra de la Muela del Mayés. Un camino que tenía una bajada larga y luego cruzábamos una especie de rambla y una subida. Hicimos la subida como siempre, con los intentos habituales de ascenso, hasta conseguir que todos o casi todos los comunitarios subiéramos la rampa sin poner pie al suelo.

Continuamos con la ruta, ascendiendo un poco más por este camino de tierras blancas. En una curva con espartos nos sopló una racha de viento lateral fortísima. A mí me hizo dar la vuelta 180 grados y al comunitario Eduardo, que iba paralelo a mí también. Justo cuando doy la vuelta y consigo evitar la caída, miro hacia arriba y veo a un comunitario con los pies hacia arriba y la bici por encima dando la vuelta. Era la comunitaria Patricia, a la que la racha de viento le había empujado tanto que le hizo caer y dar una vuelta completa. Fuimos rápidos para comprobar si le había pasado algo, reía y se peleaba con la bici que la tenía encima. Afortunadamente no le pasó nada, más allá de algunos rasguños y moratones.

La ruta se complicaba y el viento no aflojaba, al contrario, más bien parecía ir en aumento. Esperamos un poco a ver si aminorabla y continuamos hacia la carretera del embalse del Mayés. Pasamos por un camino en el que incluso con la vestisca azotándonos paramos porque el suelo estaba lleno de fósiles. Literalmente lleno. Unas cuantas rocas en el camino dejaban expuestos y a la intemperie decenas de fósiles de diversos tamaños, algunos de los más grande que jamás he visto. Los fotografiamos y grabamos, merecía le pena dejarlos grabados para que el resto de comunitarios del mundo puedan disfrutarlos. Una auténtica maravilla formada por millones de años.

Subimos por este camino lleno de piedras, con el aire soplando con gusto, bajándonos de la bici cuando la fuerza del aire nos superaba. Tras la caída de Patricia íbamos todos un poco asustados y el viento no remitía. Cruzamos la carretera del embalse del Mayés y continuamos con algunas dudas pero con la esperanza de que entre las laderas de la sierra de la Muela del Mayés el viento no soplara.

Paramos nuevamente al ver otro espectáculo fósil. El suelo del camino lleno de fósiles. De formas perfectas y de varios tamaños, algo más pequeños que los anteriores. No nos demoramos mucho porque el viento es muy molesto. Cuando vamos en senderismo el viento puede molestar pero al menos ni nos caemos ni empuja sobre toda la superficie de la bicicleta como si fuera la vela de un barco.

Subimos por esta senda nueva para nosotros, por una zona muy bonita. Paramos en el único sitio donde parecía no soplar el viento y almorzamos, descansando de este molesto e invisible invitado.

Dedicimos no seguir hacia la Arañagatos, nuestra próxima senda de descenso, porque está expuesta y seguramente soplaría mucho más el viento. Esta bajada ya de por sí es técnica, si le sumamos la dificultad del viento podría ser muy peligrosa, por lo tanto decidimos dar la vuelta y dejar esta senda para otro día.

Emprendimos el camino de regreso a casa por el mismo sitio por el que vinimos, evitando los coches, ya teníamos bastante con el viento.

Ahora parecía que casi siempre nos soplabla por la espalda, cosa que agradecíamos, aunque a veces lo hacía lateralmente y seguía siendo peligroso.

El viento no nos abandonó prácticamente durante toda la ruta. Al llegar a Ceutí, de repente, dejó de soplar. Aunque más adelante volvió a hacerlo.

Luchamos durante toda la ruta contra este enemigo invisible, que nos lo puso muy difícil en muchas ocasiones. Fuimos valientes al salir con esta climatología adversa. Me sorprendió de forma grata el ver a todos los comunitarios que participaron, sin miedo, ganando la batalla a la pereza. Si optáramos por no salir cuando hace frío, calor, viento, lluvia o cualquier otra situación prácticamente no nos montaríamos en la bici. Como dijo un sabio ciclista el ciclismo tiene un alto componente psicológico, quizá más importante que el físico.

Quiero aprovechar estas líneas para felicitar a todos los comunitarios que no se quedaron en el sofá o en casa y nos acompañaron en esta ruta. Quedó «inacabada» pero con la lucha continua contra el viento es como si hubiéramos hecho el doble de kilómetros de y subida.

Por supuesto, seguiré agradeciendo la labor del comunitario o comunitarios guía, en este caso Alfonso e Iván. Un trabajo muy poco valorado y agradecido, y menos aún comprendido. El guía se hace el responsable de la ruta practicamente y es una peso que cuesta llevar. Cuando comete un error no suele ser comprendido y si no se equivoca tampoco suele recibir alagos. Muchas gracias por vuestro trabajo queridos comunitarios Iván y Alfonso.

Volveremos pronto a explorar la Arañagatos. Nos quedamos con la ganas de hacerla.

De vuestro comunitario presidente Alonso.


  • Fotos de la ruta MTB BTT: