Hola queridos comunitarios, siguiendo con las tradicionales rutas de baño del verano, en este caso nos dirigimos, con el coche y las bicicletas cargadas en el portabicis hacia La Unión. Hacía varios años que no visitábamos la zona del Monte de las Cenizas y nos apetecía. En un primer momento no teníamos claro si sería una ruta de senderismo o bien de ciclismo. En el último momento pensamos en hacer ciclismo y así recorrer más la zona de Calblanque.
Improvisamos todo desde el principio, incluso la ruta a seguir. Nos bajamos del coche en La Unión, bajamos las bicis, nos preparamos con una mochila-nevera que llevaba: cerveza, sandía, bocadillos, patatas fritas, manzanas y olivas. En lugar de placas de hielo le metimos un bidón de agua congelado (y fue un acierto). No pesaba mucho intencionadamente, dado que tendría que llevarla en los hombros y no los tengo acostumbrados a mucho peso.
Partimos sin rumbo, solo una pequeña idea de que queríamos ir al Monte de las Cenizas. Subimos por una calle y nos guiamos por los carteles de «Parque minero». La verdad es que no sabíamos muy bien por qué, pero íbamos siguiéndolos. Lo único que recordaba es una ruta de hacía más de 5 años con unos compañeros del Club Ciclista Ameco. Recuerdo que bajamos por la sierra de la Unión, por los molinos de viento. Pero subir de primeras por ahí bufffffff.
La comunitaria Patricia se empecinó en subir y fue otro acierto. La zona está muy bien cuidada, tiene una subida hormigonada y algunos antiguos aparatos que se usaban en las minas. Paramos a ver alguna de las entradas a las minas abandonadas y también en un pequeño santuario, a dejar nuestro mensaje y ofrenda en el libro de firmas.
Tras el camino de hormigón pasamos a una senda. La pendiente por esta zona era del 8% aproximadamente. Se hacía bastante llevadera, solo me incomodaba el hecho de que habíamos empezado subiendo directamente, sin calentamiento previo. También un poco la mochila, dado que no estoy acostumbrado a llevar peso en la espalda y la mochila-nevera no está diseñada para el ciclismo. Pero la ventaja de ir en ciclismo de disfrute es que vamos a ritmo bajo y parando cuando nos apetece.
Subimos a lo más alto de la sierra o casi, dejando los molinos a la izquierda. Empezamos a bajar primero por camino y luego por senda, totalmente a la aventura. En algunos tramos la senda se bifurcaba, aplicábamos el sentido común para orientarnos: ver la senda con más señales de bicicletas y mirar si seguía la dirección que buscábamos: Portmán.
La zona es muy bonita, con un paisaje propio de zonas mineras, al otro lado parecía que íbamos rodando por una antigua cantera, dado que había cortes en la montaña y caminos serpenteantes. La tierra era roja, las ruedas y las zonas húmedas de la bicicleta pronto se tiñeron de ese color rojizo.
Hicimos los tres kilómetros de subida de esta sierra y unos cuatro de bajada hasta hasta un pueblo. Por intuición creíamos que sería Portmán y acertamos: Portmán, ciudad de mineros y pescadores (o algo así rezaba el cartel). En el caso de La Unión el cartel decía: La Unión, ciudad del cante y minera (o algo así).
Cruzamos Portmán y recordaba, de una ruta que hicimos años atrás, que siguiendo la carretera en la parte alta había un camino que nos llevaría hacia el Monte de las Cenizas. Fuimos subiendo, con el sol empezando a dar fuerte, por el carril bici de esta carretera, que está bastante bien. Es una zona muy transitada por ciclistas de carretera y se agradece este carril bici para separarnos de los otros vehículos. De esta forma ni molestamos ni nos molestan.
Efectivamente a la derecha aparecía el camino de tierra de entrada al Monte de las Cenizas. Lo cogimos y continuamos, ahora por la sombra, subiendo tranquilamente. Nos esperaban otros 4 kilómetros de subida hasta llegar a la Batería de Cenizas. Esta subida es suave, con pendientes medias del 7% y se puede hacer bastante rápida. Es camino y tiene alguna que otra piedra pero en general es rápido.
Prácticamente del kilómetro 8 de la ruta al 14 hicimos otros 6 kilómetros de subida desde Portmán hacia lo más alto del Monte de las Cenizas. Habíamos hecho unos 9 kilómetros de subida en los 14 primeros kilómetros de la ruta ¡ahí es nada!
Dejamos las bicicletas en la sombra de unos pinos y recorrimos la zona de la Batería de Cenizas. Tiene una de las vistas más bonitas de la Región. Hicimos unas fotos, vídeos y admiramos las magníficas vistas del Mar Mediterráneo. Almorzamos, bebimos agua fresca (gracias a que congelamos la mitad del bidón la noche anterior) y gracias a la mochila-nevera.
Continuamos con la ruta de improvisación, intentaríamos buscar algún sitio donde bañarnos. Hace unos año habíamos encontrado una cala estupenda en Calblanque. Recordaba vagamente que estaba a la derecha bajando las Cenizas. La comunitaria Patricia también sabía que había alguna senda que iba hacia las urbanizaciones.
Probamos con una primera senda pero volvía al mismo camino. A la mitad de la bajada de Cenizas vimos una senda a la derecha que tenía buena pinta, sin dudarlo la cogimos y al entrar me recordó a la que hicimos hace muchos años atrás. Efectivamente era la senda donde el comunitario Javier el Chato sufrió una caída, dándonos un buen susto.
Fuimos rodando y andando a partes iguales. La senda era muy estrecha y con barranco a un lado, pero también es muy bonita. A los pocos metros había que girar a la izquierda y hacer un descenso un tanto complicado. Tenía tierra suelta, estaba bastante inclinada y con árboles por medio. La bajamos y llegamos a un camino y el camino desembocó en una urbanización.
Todo me sonaba un poco de la vez que estuvimos por allí, pero no estaba al 100% seguro. Subimos por unas calles con la esperanza de encontrar un camino que bajara a la cala pero llegamos a una carretera sin salida. Probamos con otra y salía al monte pero no a la Cala. Aunque nos sirvió para orientarnos y ver el mar e incluso el camino que bajaba a la cala. Esto nos animó a seguir buscando, estábamos muy cerca.
Bajamos y giramos hacia la derecha y seguimos otra carretera por medio de la urbanización. Esta vez sí, ya me sonaba, de carretera pasamos a camino y de camino a senda. Se veía la cala desde arriba, estábamos en el sitio correcto.
Iniciamos el descenso a la cala, que no es tarea fácil. Esta senda no es ciclable y hay que ir bajando poco a poco con la bici a un lado, a pie. Pronto llegamos a la cala, había muy poca gente, el agua transparente y las vistas espectaculares.
Nos preparamos para el baño. Dejamos la mochila-nevera y los demás enseres a la sombra. Las bicis quedaron un poco más arriba, a la vista pero sin bajarlas a la playa. En el pasado le dimos un buen baño a mi bicicleta, que todos dieron por muerta, pero apenas sufrió «daños», más allá de los pedales. Hoy no se bañaría, más que nada porque luego con la sal del agua cuesta darle a los pedales y todo chirría un poco.
Nos dimos un estupendo baño en las aguas cristalinas, donde había peces y pudimos hacer un poco de submarinismo para grabarlos. Lástima que no llevásemos gafas de buceo, la zona era perfecta.
Tras el baño nos sentamos a la sombra de las rocas a comer. Abrimos la mochila-nevera y estaba todo fresco y rico: bocadillos, patatas fritas, olivas y, de postre, sandía y manzana. Y, además, el bidón de agua que usamos a modo de placa de hielo funcionó perfectamente y ahora nos proporcionaría agua fresca para el regreso.
Nos dimos otro baño tras el almuerzo, buscando peces y adentrándonos un poco más en el agua, aunque da cierto miedo a los que somos de tierra ver cómo va perdiéndose el suelo y ver solo agua por debajo.
Recogimos las cosas y emprendimos el camino de vuelta. Nos esperaba una subida dura empujando las bicicletas. Como casi todo en la vida, lo bueno cuesta un poco. Esta cala no es muy accesible lo que hace que no haya basura y haya muy poca gente. Si fuera accesible otro gallo cantaría.
Subimos arriba y empezamos a pedalear por la urbanización. Paramos en una gasolinera a rellenar los bidones de agua. Y volvimos a usar la improvisación que tan buen resultado nos dio hasta ahora.
Conseguimos llegar a la carretera de Atamaría a Portmán. La cogimos y subimos un poco hacia la entrada al Monte de las Cenizas. La dejamos atrás y decidimos bajar por la Calzada Romana, un camino romano empedrado.
Llegamos a Portmán y lo cruzamos, optamos por ir por la carretera pensando que no habría subida. La otra posibilidad era volver por el monte por donde habíamos venido, pero sabíamos que habría unos tres o cuatro kilómetros de subida por senda y camino.
Pero nos equivocamos, la carretera empezó a subir y subir y subir, kilómetros y kilómetros. Desde el kilómetro 31 al 36 de la ruta nos tocó subir por esta carretera que pensábamos sería llana o casi llana. El sol nos daba muy fuerte, sin viento, irrespirable. Lo peor es que no sabíamos cuánto quedaba ni conocíamos la carretera.
Hicimos como siempre en la Comunidad, apretar los dientes y seguir pedaleando, si parábamos sería peor. La carretera parecía no tener fin. Vino un descanso, una bajada, pero no nos animó, justo tras la bajada la carretera seguía subiendo.
Por fin, sudando a mares, conseguimos llegar a lo más alto y empezamos el descenso hacia La Unión. Acabamos la ruta contentísimos, todo salió perfecto salvo esa última subida y aún así formaba parte de la ruta y pudimos superarla con éxito.
Una de esas rutas que nos gusta repetir cada cierto tiempo, con un baño sin igual y unos paisajes diferentes a los que estamos acostumbrados en el interior. Comer sandía fresca en mitad de una ruta con casi 40 grados y darnos un baño en aguas cristalinas no tiene precio.
De vuestro comunitario presidente Alonso.
- Fotos de la ruta MTB BTT con baño en la playa:
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